Al rescate de la identidad
¿“La voz del pueblo es la voz de Dios”, es una frase que se repite a menudo, siempre con criterio político, pero que encierra una portentosa verdad; que el personaje común de todos los días, a través de la necesaria comunicación, va no solamente usando
“La voz del pueblo es la voz de Dios”, es una frase que se repite a menudo, siempre con criterio político, pero que encierra una portentosa verdad; que el personaje común de todos los días, a través de la necesaria comunicación, va no solamente usando el idioma que le corresponde sino que lo va enriqueciendo, mutando y modificando.
A tal punto que una obra literaria escrita siglos atrás, para ser realmente entendida, necesitaría de una suerte de “traducción” a través de la actualización.
Pero no solo es el pueblo el que impone el ritmo y curso del lenguaje, sino también la tecnología, que desde la época de la revolución industrial, tiene que crear un nuevo léxico técnico que cada vez se amplía más con la circunstancia de que la ciencia ha sustituido a la magia de antaño.
Además, el ingenio popular no solo modifica los términos que de tiempo en tiempo revisa y acepta para su diccionario la Real Academia de la Lengua, sino que crea nuevas formas de sintaxis y emite una filosofía del diario vivir a través de los adagios o refranes o normas de estricto cumplimiento mediante los aforismos.
Ricardo Ortiz San Martín, quien no es precisamente un hombre que se considere lingüista sino que tiene como profesión la medicina, acaba de publicar una interesante obra que ha titulado “La lengua salvada”.
La obra, publicada con la casa editorial Báez Editores, es el producto de un paciente trabajo que ha venido cumpliendo desde hace más de dos décadas para reconstruir, con todos sus modismos y moralejas, ese lenguaje con el que creció y fue el que recibió a través de sus padres, abuelos y amigos entrañables.
Nos dice el autor para explicar las intenciones de su obra: “Una razón fundamental fue la de mantener viva nuestra forma diaria de expresión, muy guayaquileña, por supuesto, ya que en esta ciudad ha transcurrido mi existencia, con algunas frases del interior de la república adoptadas por nosotros”. A lo que habría que agregar que también nos ha influenciado el cine, el mexicano sobre todo, que nos facilitó una nueva, más directa y convincente forma de decir las cosas. Y hasta de manera más poética, porque a veces se habla a través de las imágenes o metáforas con ejemplos formas que nos va dictando la propia vida.
Y este médico, ahora lingüista, agrega: “Siempre he pensado que en el país no mantenemos nuestras tradiciones, sino en mínima escala y perdemos así algo de identidad; particularmente no estoy de acuerdo, por ejemplo, de cambiarle los nombres a los pueblos.
La obra se lee a manera de diccionario y en él el lector puede encontrar las expresiones con facilidad y en orden alfabético. Cada una cuenta con su propia explicación y definición.
La primera parte de ‘La lengua salvada’ se enfoca en las frases, la segunda en los refranes populares.
Y es que este libro, que será presentado al público para las fiestas de octubre, cumple con su cometido de rescatar para la posteridad expresiones que hemos venido usando familiar o barrialmente, en escuelas, colegios y locales deportivos.
Y el autor no piensa quedarse allí, ya que está preparando una segunda obra también con características propias del puerto. Finalmente, nos dice que “se siente satisfecho de haber entregado sus mejores años a la enseñanza y ejercicio de la medicina, que ahora completa con su aporte al viejo y nuevo lenguaje”.