Por cantidad. El trabajo a destajo, en un cultivo de arroz, tiene una remuneración más alta, pero demanda más tiempo y esfuerzo del sembrador.

El empleo precario acelera la pobreza del sector rural

Caminar con una bomba de mochila a cuesta, andar descalzo por el lodazal trasplantando arroz, deshierbar con un machete a pleno sol. El trabajo en el campo es duro y no bien remunerado.Madrugar y recorrer kilómetros para llegar a la escuela, tom

Caminar con una bomba de mochila a cuesta, andar descalzo por el lodazal trasplantando arroz, deshierbar con un machete a pleno sol. El trabajo en el campo es duro y no bien remunerado.

Madrugar y recorrer kilómetros para llegar a la escuela, tomar agua de pozo o ir por salud a la ciudad. Todo se confabula contra el medio rural y ahonda las brechas sociales con la zona urbana.

Al mes, en promedio, un agricultor recibe $ 240 desde las 07:00 hasta las 11:00. En la tarde suele trabajar en su propia parcela con una “ganancia” que no cuenta su mano de obra, porque ni siquiera la consideran como un egreso. Lo peor: sin seguridad social, sin décimos, sin utilidades, sin seguro privado. A veces sin esperanzas (ver entrevista).

Francisco Núñez es uno de ellos. Trabajó en una bananera cerca de Mamanica, entre Tres Postes y Jujan, hace un año. Lo despidieron y aún espera la indemnización. No tiene seguro. No tiene tierras, salvo un pequeño terreno donde está su casa de madera. Ahora trabaja solo parte de su tiempo quitando la hierba con machete o fumigando contra las plagas.

Él es parte de las 943.092 personas que según el INEC -Instituto Nacional de Estadística y Censos- tuvieron un empleo que, durante la semana de referencia (cuando se encuesta), percibieron ingresos inferiores al salario mínimo y/o trabajaron menos de la jornada legal y no tienen el deseo y disponibilidad de trabajar horas adicionales (es el rubro “otro empleo no pleno”).

Entre la tasa de subempleo, otro empleo no pleno y empleo no remunerado suman el 74,4 % en el área rural, algo que el presidente de la Cámara de Agricultura de la II Zona, Rafael Guerrero, lo resume en dos palabras: “Tremenda crisis”.

“No estamos ajenos a esta realidad. Estamos convocando a una convención masiva de agricultores de la Costa para analizarla”, señala a EXPRESO no sin antes analizar el caso.

El Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp) concluye que no basta con trabajar en mejorar la productividad, el crédito, la comercialización, sino también los activos territoriales: infraestructura vial, servicios básicos, educación pública. En Ecuador, del total del empleo agrícola el 47 % son “empleos propios”, pero están viendo mermado sus ingresos por la contracción de la demanda de alimentos.