Plazos incumplidos

Evo Morales acaba de proclamarse como candidato a la reelección en Bolivia, sin embargo de que una consulta popular, cuyos efectos vinculantes deberían estar aún vigentes, le negó ese derecho. Su proclamación se hizo durante una manifestación de sus partidarios, tal vez siguiendo el ejemplo de su homólogo, el venezolano Maduro, que reúne a todos sus burócratas para tomar decisiones, a veces impopulares, a pesar de que las últimas elecciones legislativas demostraron que no contaba con la mayoría popular que le dejó de herencia el carismático Chávez.

Esto quiere decir que en nuestro continente, con subdesarrolladas “bananas repúblicas” (aunque algunas como el Ecuador sean también petroleras), la observancia de la ley vigente no es una costumbre. Ni de parte de los mismos gobernantes ni de la oposición. Así, por ejemplo, no obstante que recién en los primeros días del mes de enero se iniciará legalmente la campaña electoral para que se autoelijan los tantos candidatos que hay para los poderes Ejecutivo y Legislativo, por la radio, la televisión o en los muros de las ciudades, ya “hace ratón” que los partidos políticos hacen propaganda de lo lindo de sus candidatos.

Y el propio Gobierno, utilizando los medios públicos, a través de la imagen por la pantalla chica, en larguísimas cadenas televisadas, le recuerda al público las épocas que califican propias de la partidocracia y del neoliberalismo, con los “horrores” que allí se cometieron y que hasta nos llevaron a la dolarización para, en su correspondiente “corolario”, mencionar como cómplice de dichos crímenes políticos a algún candidato presidencial.

Por orden del CNE se han borrado, con pintura blanca o negra, grandes propagandas que se pintaron en paredes y muros de Guayaquil, Quito, Cuenca, Ambato y alguna otra ciudad del país. Sin embargo, los candidatos siguen paseándose de Herodes a Pilatos y del Carchi al Macará, con pleno fervor electorero y haciendo que los reciban a su llegada, decenas, centenas o miles de partidarios que se organizan previamente. Cosas de nuestra tierra, como suele decirse, pero también falta de realismo por parte del CNE, que ha puesto plazos tan cortos, que obligan a ser violados.

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