Constancia. El artista Vicente Cualchi expone una de las pinturas más recientes, en las que ha trabajado.

Pinturas que relatan la historia de un pueblo

En el taller de su casa, ubicada en la parroquia de San Francisco de Natabuela, cantón Antonio Ante, provincia de Imbabura, Vicente Cualchi pinta retratos de las tradiciones y costumbres que su pueblo ha practicado desde hace cientos de años.

En el taller de su casa, ubicada en la parroquia de San Francisco de Natabuela, cantón Antonio Ante, provincia de Imbabura, Vicente Cualchi pinta retratos de las tradiciones y costumbres que su pueblo ha practicado desde hace cientos de años.

Cualchi es un artista plástico que con las técnicas de la plumilla y acuarela da forma a rostros e imágenes. La idea es que la gente conozca y entienda más sobre su cultura, pero desde sus vivencias. Él acepta que algunas costumbres están a punto de desaparecer, por lo que con las gráficas intenta crear una base de datos para entregarlo como un aporte cultural no solo a su pueblo, sino al Estado.

Uno de los cuadros que exhibe es la obra del ‘Guagua muerto’, que es un ritual funerario de cuando un niño fallecía. Cualchi, de 59 años, que es un indígena originario de ese lugar, cuenta que hace unos 40 años él participó en ese rito que se convertía en una fiesta. En esa época se pensaba que cuando un niño moría iba directamente al cielo y no sufría las “penurias” por las que pasan los adultos.

Los padres y el padrino realizaban la mortaja, que es acomodo de flores y telas de color blanco, pues es lo más puro, y la caja blanca. Cuando se llevaba al niño al cementerio no iba en el ataúd, sino sentado en una silla decorada con banderas y sobre los hombros de una persona.

En el trayecto hacia el camposanto todos bailaban al son de la música del tambor, acordeón y guitarra, pues no había tristeza. De regreso sucedía lo mismo y todos quienes acompañaban al entierro se dirigían a la casa de los padres y comían la boda. Se trata del plato típico que en la actualidad se mantiene y que se basa en la harina de maíz tostado, acompañada de papas cocinadas y un pedazo de carne de chancho.

Otra de las obras es ‘La Quitada del Velo de la Virgen’, que se hace en la Semana Santa y que se realiza solo en este lugar del país. Hombres y mujeres hacen una procesión por las calles de la parroquia con la Virgen, que se encuentra en un altar y está cubierta con un velo.

En una estructura de carrizo se observa una caja adornada de banderas de colores que representa al cielo. Es la recreación de que el Niño Jesús desciende y le quita el velo a la Virgen. La música de procesión se convierte en celebración.

Cualchi aprendió el oficio de su padre, Mariano Cualchi, cuando tenía 15 años. Pero lo perfeccionó cuando ingresó a estudiar en el Colegio Daniel Reyes, en San Antonio de Ibarra. Residió por más de 16 años en la ciudad de Quito por temas laborales y trabajó como dibujante en la Presidencia de la República, sin embargo, siempre estuvo pendiente del tema cultural de los Natabuelas, indígenas kichwas que se diferencian de Otavalo y Cotacachi, pues tienen su propio dialecto y forma de vestir. (F)