Periodismo: 5 tomos

Julio Arévalo Benítez, doctorado primero en Medicina y años después en Jurisprudencia, es un lojano multifacético radicado en Guayaquil desde los años cincuenta del siglo pasado. A más de sus dos profesiones, presenta el otro cariz de su personalidad como literato (autor de varios libros de narrativa y poesía), pintor -pero no de brocha gorda sino como hacedor de cuadros de esmerada cromática que no han querido llegar a la abstracción ni al surrealismo-, y compositor de melodías de música popular, tal como lo acaba de demostrar con la presentación de un CD: ‘Guitarra divina’, con rancheras, baladas y boleros, en el que tiene como intérprete a Pablo Rosquet.

Pero, como si lo anterior fuese poco, este personaje ha venido siendo un incansable productor de libros, jurídicos y literarios sobre todo, como gerente-propietario de la Editorial Uno. Y ahora remata la suma de sus habilidades ofreciéndonos su obra periodística recién salida de su propio horno editorial, la cual consta nada menos que de cinco tomos, de centenares de páginas cada uno, que ha titulado: El periodismo en su historia.

Se trata esta obra de cinco voluminosos libros, que entrega a los lectores todos los artículos que Arévalo ha venido publicando, con periodicidad semanal, en un diario porteño a lo largo de doce años. En estos artículos se va dando fe de la circunstancia social y de la actividad pública de la ciudad y del país. Además, circulan en sus textos las vidas de presidentes, ministros, jueces, funcionarios de todo tipo, intelectuales, científicos, deportistas y pueblo en general, vistos desde el criterio y el análisis del columnista.

Se produce así, no cabe duda, un interesante aporte a la cultura del país ya que la lectura de estas páginas permitirá al público lector conocer la situación y desarrollo de nuestra nación en las diferentes etapas dentro del presente siglo.

Hay que destacar, por otra parte, que el autor, desde el mismo título de la obra, quiere hacer resaltar la importancia de los medios de comunicación, a veces tan vigilados y obstruidos por el poder, en la vida pública de una colectividad siempre pendiente, a través de esos mismos medios, no solo de la noticia diaria sino también de la tan variada opinión de los columnistas.

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