Pacto de caballeros
Con preocupación y tristeza, hemos conocido los eventos relacionados con el proyecto de dragado del río Guayas, que se instrumentó entre la Prefectura del Guayas y la Armada del Ecuador.
Tenemos por un lado, el deseo de una buena gestión por parte del nuevo prefecto, y por otro lado a una institución, la Armada del Ecuador, que debía participar en la ejecución de dicho dragado que fuera contratado por la anterior prefectura.
La actual, junto a su titular, se ha empeñado en demostrar que puede servir a los guayasenses con rapidez, acierto, eficiencia y honestidad, y a manera de contraparte, está la Armada del Ecuador, cuyos integrantes sensibilizados por el maravilloso océano que nos bordea, por la tierra de sus costas y la personalidad cálida, acogedora y generosa de sus habitantes, ha sido, sin desmerecer a ninguna, una de las ramas de las Fuerzas Armadas, en extremo respetada y querida por todos nosotros. Hablar de un marino, es mencionar a un ciudadano valiente, férreo, trabajador, ejemplar y absolutamente compenetrado con sus deberes y obligaciones.
Mi abuela, una viejita francesa que me crió hasta los 12 años por mis quebrantos de salud, me dijo un día: hijito, hay 3 pecados que el señor no perdona y que son la soberbia, la ingratitud y el faltar a la palabra empeñada; de suerte, que pienso que aquel pacto de caballeros entre las 2 instituciones no debió jamás romperse y que el diálogo debió ser el mejor y único camino para la solución de cualquier desentendimiento o controversia.
La espiral de la que hablaba monseñor Hélder Câmara está en pleno ascenso y debe ser amputada ya de manera radical, para que las cosas vuelvan a su estado original, en virtud de lo cual exhorto a ambas instituciones a que declinen toda beligerancia y sentados en una mesa, hablen con claridad, resuelvan sus diferencias y hagan que la calma y la cordialidad renazcan para satisfacción de todos.
Por el bien de la región, por una pronta solución a los graves problemas hidrográficos, el dragado es mandatorio. Prefectura y Armada, estrechen sus manos ¡y a dragar!
Y sigo andando...