Un músico con discapacidad auditiva entona de memoria

Un musico con discapacidad auditiva entona de memoria

Se trata de Julio Pañi, nativo de la parroquia rural de El Valle, al suroeste de Cuenca, quien es el director de la banda de pueblo Santa Cecilia de El Valle.

A sus 75 años de edad, ha perdido el 40 % del oído derecho y el 15 % del izquierdo. Sin embargo lleva 60 años haciendo música. Se trata de Julio Pañi, nativo de la parroquia rural de El Valle, al suroeste de Cuenca, quien es el director de la banda de pueblo Santa Cecilia de El Valle.

Heredó de su padre el arte de hacer música y desde sus 15 años comenzó a ser parte de una banda de pueblo, hasta ahora, pese a su discapacidad auditiva, que fue detectada a los 52 años. “Entono de memoria todas las canciones. Basta con que me digan en voz alta qué tema tocamos. Con mi trompeta acompaño al resto del grupo y sin desafinar” expresó el músico.

Once integrantes participaron en el II concurso de las bandas de pueblo organizado por la Unión de Periodistas del Azuay, con el fin de rescatar la tradición ancestral de estas agrupaciones que en los años 1900 eran las que hacían bailar en los eventos festivos.

“Soy músico de cepa. Mi padre, que falleció a los 97 años de edad haciendo siempre música, me dejó de herencia este oficio que, junto a la sastrería, es mi vida” exclamó Julio Pañi tras precisar que su abuelo paterno también era músico.

De 1,80 m de estatura, con el rostro que evidenciaba arrugas por el paso de los años, vestía una camisa roja y un pantalón negro, uniforme del grupo. Contó que en su niñez en la parroquia El Valle, junto a los amigos de barrio y vecinos jugaban introduciendo en sus oídos unos porotos pequeños para ver quién aguantaba más, pero ese juego le habría causado la pérdida parcial de la audición.

“Pero mi mal no ha impedido que siga tocando mi trompeta hasta que Dios me lleve” sostuvo Julio, al decir a manera de broma que haciendo música ha dejado “cientos de enamoradas en las parroquias y provincias” donde se presentaban.

La Banda Santa Cecilia y otras nueve que fueron parte del concurso no solo que hicieron rememorar la época del siglo XIX, sino que con sus tonos salidos de la tuba, el trombón, el tambor, los platillos, el huiro y las trompetas, provocó que el público asistente baile hasta el cansancio.

“Muy rico, esa es la música que hace mover el cuerpo sin siquiera esforzarse” dijeron Tomas Rocano y Blanca Campoverde, una pareja de esposos, recordando que cuando se casaron sus abuelos les hicieron la fiesta de boda con una banda de pueblo. “Era la banda de Girón, la más antigua del Azuay con 104 años de vida”, que no pudo estar presente en este evento por compromisos en la provincia de El Oro.

Ellos entonan los saltashpas, tonadas, danzantes, sanjuanitos y los ritmos tradicionales de la época de 1900.

Eso se revivió con los instrumentos de percusión y de viento entonados por los grupos, que ahora son integrados por adultos que heredaron el arte de sus antepasados, y una camada de jóvenes y niños que en conjunto se resisten a dejar perder estas tropas de músicos. Son en su mayoría familias de artistas que llevan en la sangre los tonos musicales.

Al final del concurso el jurado, integrado por los musicólogos Bernardo Vallejo y Luis Chiriboga, además de una persona escogida del público, Santiago Cáceres, emitió su veredicto. Luego el espectáculo concluyó con la presentación de la ‘Diablada’ de la banda La Niña María, venida desde Píllaro.

Otros músicos se unen

En la provincia apenas han quedado unas siete bandas de una centena que hubo en la época en que aún no aparecían las orquestas, muchos menos los DJ, sostuvo Ramón Pesantes, director de la Banda de Pueblo de Baños, la segunda en antigüedad luego de la de Girón. A las siete bandas de Azuay se sumaron dos grupos lojanos y uno de Cañar. Desempolvaron los recuerdos de muchos y trasmitieron esa energía a las nuevas generaciones de jóvenes que por primera vez admiraban en escena a estos grupos.

(F)