La  música es salud

La musica es salud

Quién pensaría que una canción popular y alegre podría ayudar a Rosalía, una mujer que estuvo hospitalizada sin poder hablar, pero que recibía terapia con música (musicoterapia). Ella se comunicaba con gestos faciales y movimientos de sus manos, respuestas que alegraban a su familia y al personal médico. A través de la comunicación no verbal ella pedía su canción favorita, ‘Qué bonita es esta vida’, de Jorge Celedón.

Es que la musicoterapia busca realmente facilitar y promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento, la expresión y otros objetivos terapéuticos relevantes, para satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas; emprender una mejor integración intrapersonal (consigo mismo) e interpersonal (con los demás) y, en consecuencia, alcanzar una mejor calidad de vida, a través de la prevención, la rehabilitación o el tratamiento.

Así definió a este método la Federación Mundial de Musicoterapia, en el año 1996, explica Juan Alonso Sarmiento, un colombiano con 30 años de experiencia, licenciado en Educación Básica, que además tiene una mención en Educación Artística.

Dos formas

Para practicarla, hay dos maneras, según la terapeuta de la comunicación Zayra Sanguino: la activa, que es tocar instrumentos musicales, cantar, entre otras expresiones artísticas; y la pasiva (o receptiva), que se usa para la relajación, etc. “Se puede utilizar activa o pasiva e incluso mixta, depende de la condición del paciente, de lo que puede hacer y lo que no, y lo que realmente necesita. En términos generales la forma pasiva se ha hecho más común por su uso para reducción de estrés y dificultades emocionales como la ansiedad”, manifiesta Sanguino.

Beneficios

Dentro de las bondades que ofrece la musicoterapia están:

- Mayor control de las emociones, no importa la edad que se tenga.

- Aumenta la capacidad de atención y memoria.

- Facilita la expresión verbal.

- Mejora la escucha e interpretación del lenguaje.

- Contribuye a despertar la imaginación y la creatividad.

- Mejora el estado de ánimo y ayuda a superar el dolor.

- Ayuda al control corporal y a tener respuestas positivas a estímu-los que antes eran intolerables.

- Facilita los procesos de planificación y toma de decisiones.

- Fortalece autoestima y confianza.

- Afirma la personalidad.

- Produce un efecto tranquilizante y pacificador.

Datos

- Entre 1900 y 1950 el precursor de la musicoterapia, Emile Jacques Dalcroze, sostenía que el organismo humano es susceptible de ser educado eficazmente conforme al impulso de la música. Él unió los ritmos musicales y corporales.

- En Estados Unidos, desde la Primera Guerra Mundial, los hospitales que asistían a los veteranos de batalla contrataban músicos como ayuda terapéutica.

- En América Latina se han desarrollado varias asociaciones de musicoterapia en países como Argentina, Brasil, Uruguay, Perú, Venezuela y Colombia.

Aplicaciones

En niños con:

- Dificultades de aprendizaje y en la socialización.

- Problemas de conducta.

- Autismo.

- Deficiencias mentales.

- Baja autoestima.

- En los males crónicos o degenerativos (en patologías como el cáncer, las cardiopatías y otras muchas).


Discapacidades.

En adultos:

- En problemas degenerativos producto de la edad avanzada, como por ejemplo el alzhéimer.

- En drogodependencia.

- Daños cerebrales.

- Incapacidades físicas provocadas por accidentes o debido a enfermedades degenerativas, discapacidad en general.

- Trastornos terminales.

- Dolores, tanto agudos como crónicos.

- Estrés y ansiedad.

Quién es el musicoterapeuta

No necesariamente debe ser un músico, expresa Sanguino, pero sí alguien instruido en musicoterapia. “Una cosa es oír música, poner música y otra desarrollar un tratamiento coherente y con propósito a través de la música. Puede realizarla un psicólogo, terapeuta, psicopedagogo, etc., que muestre resultados de mejora, según el caso”, subraya la experta.

Nocivo y positivo

Dentro de la música hay los planos positivo y negativo. En el caso de las que tienen letras, unas construyen y otras destruyen, dice Sarmiento. “Hay música nociva que intoxica el interior. Esto se evidencia en el comportamiento, actitudes, posiciones ante la vida, autoestima, llegando a hechos lamentables: alcohol, droga e incluso suicidios. No me refiero a los géneros, sino a contenidos que hablan de violencia, despecho, vulgaridad, etc.”, puntualiza el profesional.

En Guayas

Más de 250 chicos con autismo, síndrome de Down y de Asperger, parálisis cerebral y no videntes, son estimulados con la musicoterapia en el Centro de Equinoterapia de la Prefectura del Guayas. Para ello un equipo calificado integrado por el músico Boris Llerena, el percusionista Manuel Picón, la psicóloga y cantante Viviana Parra y el actor Fernando Gálvez desarrollan a diario terapias grupales, prestándole a cada caso la misma atención.

“Las canciones están diseñadas con objetivos específicos. Por ejemplo, a los chicos con parálisis cerebral infantil, que tienen muy poca movilidad, les cantamos canciones que los hacen estirar, pues su letra dice: ‘Manos arriba, manos abajo...’. Lo que podría causarles algún tipo de dolor, ellos lo hacen con una sonrisa. Sin darse cuenta se ejercitan”, comparte Llerena, quien ama lo que hace, pues sabe que la vocación y el amor son parte de los musicoterapeutas.

Algunos tipos de música

- Barroca lenta. Esta induce una sensación de orden y estabilidad, generando un ambiente mentalmente estimulante para el estudio o el trabajo.

- La clásica. Ayuda a mejorar la concentración, la memoria y la percepción espacial (saber que hay un espacio, sea abierto o cerrado, al aire libre, caluroso, frío, etc.).

- Jazz, blues, calipso y reggae y otras formas de música derivadas de la expresiva herencia africana pueden elevar el ánimo e inspirar, inducir a la alegría, aunque también algunas pueden transmitir tristeza e ironía.

- La ambiental. Sin ningún ritmo dominante, prolonga nuestra sensación de espacio y tiempo y puede inducirnos a un estado de alerta relajada. Asimismo se usan las onomatopeyas, esos sonidos puros de la realidad: de animales, del cuerpo humano como latidos, etc.