La mujer, actora social

Mucho se ha escrito sobre la mujer y sus derechos en la historia social de la humanidad. Ha sucedido así porque ella ha estado activa y presente en los más diversos acontecimientos. Aunque tal rol no siempre ha sido valorado ni reconocido en su real importancia.

En el desarrollo de pueblos y naciones se han dado varios modos de comprender su papel y participación social en diferentes momentos históricos. Incluso en la época moderna, cuando ya era identificada como actora de la vida económica, social, artística y cultural, sus derechos jurídicos y políticos no eran aún reconocidos ni valorados adecuadamente.

Hace más de un siglo (1910), un movimiento de mujeres alemanas propuso que el 8 de marzo sea aceptado como su día internacional.

El primer hecho que marca la presencia de la lucha de la mujer por sus derechos se dio con las sufragistas y por la jornada laboral de 8 horas. Sin embargo, antes ya estuvo presente y participó como actora en las revoluciones modernas y en la lucha por la independencia de Hispanoamérica. Por eso cuando la ONU en 1975 reconoció al 8 de Marzo como el Día Universal de la Mujer, no hizo otra cosa que valorar su importante rol histórico en la sociedad, la economía y la historia.

En nuestro país este día debe ser la oportunidad para señalar y reconocer la importante tarea y el aporte que ella realiza en los distintos ámbitos sociales. Está activa y contribuyendo como profesional, como maestra, artista, cantante, periodista, y también como política y líder social.

El voluntariado de la ciudad de Guayaquil, accionar básico que modela la identidad de esta ciudad, se sustenta en la labor incansable de mujeres.

En la política ya está posicionada su participación. No obstante, es fundamental reconocer que su más valioso aporte ha sido en su papel como maestra, no solo para el impulso del laicismo sino además en esa cruzada de normalistas y profesoras en todos los niveles de la educación.

Hoy, cuando el femicidio y la agresión sobre las mujeres se incrementan peligrosamente, es importante una vez más reconocerlas como actoras y autoras de la historia socioeconómica, política y cultural de nuestro país. Que sus derechos no sean disminuidos ni bloqueados sino que sean ampliados y valorados en la dimensión que su acción y aporte requieren.