Mi casa, el anhelo que acaba en la justicia

Las historias se cuentan entre lágrimas y amarguras. El sueño de tener casa propia se convirtió, en los últimos años, en una pesadilla para cientos de ecuatorianos que confiaron en planes de viviendas que finalmente quedaron bajo tierra.

Las historias se cuentan entre lágrimas y amarguras. El sueño de tener casa propia se convirtió, en los últimos años, en una pesadilla para cientos de ecuatorianos que confiaron en planes de viviendas que finalmente quedaron bajo tierra.

“Les pagué toda mi jubilación para tener la casa que soñaba, pero hasta ahora no recibo nada... Trabajé años en España para comprarme una vivienda en mi país y vivir con mi familia, pero regreso y encuentro solo piedras”.

La lista de lamentos es larga. Pero es la muestra de lo que expresan cientos de familias que se ven obligadas a seguir un largo proceso judicial, para poder recuperar el dinero que invirtieron en la adquisición de una casa.

Entre 2013 y agosto de 2016, las Fiscalías de Pichincha y de Guayas registraron aproximadamente 7.930 casos de estafa contra cinco inmobiliarias de Quito, Durán y Guayaquil.

Una cifra que podría aumentar a 8.530. El pasado 22 de septiembre, la Defensoría del Pueblo anunció que derivará a la Fiscalía del Guayas 647 expedientes de ciudadanos que denunciaron a una constructora por el incumplimiento en la entrega de sus viviendas.

Ocho representantes de cuatro empresas denunciadas ya han sido sentenciados a cumplir entre cinco y diez años de prisión por perjuicios que sobrepasarían los cien millones de dólares.

¿Pero qué se puede hacer para evitar una estafa o engaño en la compra de una casa?

Lo primero: asesorarse de un profesional del Derecho entendido en el tema, antes de firmar cualquier documento, sugiere el abogado Hernán Ulloa.

La asesoría legal le permitirá evitar o prevenir un delito.

Segunda recomendación: “Antes de firmar un contrato tiene que ver que la inmobiliaria efectivamente es la propietaria de los terrenos que ofrece en venta, si son dueños o están actuando en nombre de los dueños”, advierte Ulloa.

Dude de cualquier otro contrato que no sea el de promesa de compraventa, contrato de reserva, contrato de mandato u otro similar, documentos que siempre le pide el Biess o cualquier banco particular para un préstamo hipotecario.

¿Y cómo saber si ha sido estafado? Una acción es dolosa cuando se han utilizado contratos inadecuados, usando argucias de cualquier nivel ofreciendo más de lo que tiene la inmobiliaria o la constructora, para obtener dinero, explica Ulloa.

Pero cuando ha firmado un contrato de los reconocidos en la ley, o los que establece la Superintendencia de Compañías para adquirir un bien inmueble, y por circunstancias ajenas a la voluntad del constructor se produce un atraso, no se puede reputar como un incumplimiento al empresario.

Entonces, ¿por qué fracasan ciertos proyectos?

El ingeniero José Centeno Abad, expresidente de la Cámara de la Construcción de Guayaquil, explica que normalmente la empresa que promociona u oferta un programa de vivienda se financia con el mismo dinero que va ingresando de los interesados en tener casa. “El constructor siempre tiene buenas intenciones, aunque a veces el financiamiento falla”.

En ocasiones, los planes también fracasan cuando los empresarios se asocian con los dueños de la tierra y estos a veces a mitad de camino cambian los precios del terreno cuando han ganado plusvalía, lo que eleva el valor de la vivienda.

¿Cómo controlar eso? Centeno señala que son los alcaldes los llamados a ejercer un mayor control en el tema. Exigir todo el proyecto, quiénes son los propietarios del terreno, el financiamiento que va a tener y si hay algún banco que apoya el programa. “Todo eso suma”.