Si puede meditar, aunque esté ocupada, busque un momento para relajarse

Meditar para conectarse con su Yo interior

A muy pocas personas les resulta fácil sentarse y relajarse. Muchas sienten que, aunque quieran, no tienen tiempo para meditar debido a sus actividades y preocupaciones. Pero incluso en las vidas más ocupadas hay ratos que pueden servirle para conectarse con su yo interior. Solo requiere de pocos minutos. La meditación puede tener lugar durante el almuerzo, en la pausa que se produce en el trabajo, cuando sale a caminar, sentado en un sofá, en el piso, en el parque, etc. No es necesario ropa especial ni sentarse en flor de loto. Solo tiene que asegurarse de estar solo y de que nada lo perturbe. Una vez hallado el sitio, “póngase cómodo, relájese y tome conciencia de su respiración... obsérvela por un minuto... esté consciente de su inhalación, conténgala durante un momento o dos, exhale por un momento o dos, conténgala un momento o dos, antes de inhalar nuevamente”, dice el maestro de meditación Davidji.

Si usted se deja llevar por algunas de estas recomendaciones le resultará fácil meditar:

Camine en el parque

Camine despacio por algún lugar donde haya árboles y flores. Disfrute de los colores de las flores, los árboles y del cielo. Deje que sus oídos gocen con el sonido de la naturaleza. Tome conciencia de sus pies, permítales disfrutar de la suavidad de la grama, el crujido del cascajo, las irregularidades del empedrado. Siéntese unos minutos en una banca, o recuéstese contra un árbol. Descargue cualquier tensión en la tierra y contemple el azul del cielo. Respire. Eso es meditar.

Camine en el parque

Camine despacio por algún lugar donde haya árboles y flores. Disfrute de los colores de las flores, los árboles y del cielo. Deje que sus oídos gocen con el sonido de la naturaleza. Tome conciencia de sus pies, permítales disfrutar de la suavidad de la grama, el crujido del cascajo, las irregularidades del empedrado. Siéntese unos minutos en una banca, o recuéstese contra un árbol. Descargue cualquier tensión en la tierra y contemple el azul del cielo. Respire. Eso es meditar.

Sentarse

Acomódese en un sofá o en el piso durante cinco minutos. Si se sienta en una silla, hágalo con la espalda recta. Cierre los ojos. Concéntrese en su interior y observe su respiración. Esta técnica sencilla después de cinco o diez minutos hará que la secreción de adrenalina disminuya, se alivie el cansancio y se renueve la reserva de energía.

Coma de manera consciente

Cierre la puerta de la oficina o busque almorzar en soledad y sin ser interrumpido. Coma lentamente y disfrute cada sabor.

Escuche música

Elija música suave y siéntese o acuéstese a escucharla, con audífonos o sin ellos. Son recomendables canciones como los valses clásicos, o sonidos similares al de la respiración o al latir del corazón. Cierre los ojos y sienta que los sonidos le llegan como en círculos. Deje que la lleven dos centímetros abajo del ombligo, para alcanzar la paz y el silencio.

Imagínese corriendo

Cuando está corriendo, su respiración se hace muy profunda, de forma natural, y empieza a dar masajes al hara (punto que está un poco más abajo del ombligo), que es el lugar donde se libera la energía meditativa. Además, cuando corre elimina todo el dióxido de carbono de los pulmones (este vuelve a la gente apagada, fría, cerrada). Cuando corre, sus pulmones se llenan de oxígeno, lo que purifica su sangre y todo el sistema. Correr contra el viento es perfecto. Es una danza de los elementos. Además, mientras corre no puede pensar; cuando corre íntegramente, el pensamiento se detiene. Y en esos momentos su existencia es pura, usted es simplemente; no sabe quién. Antes de que podamos elevarnos y alcanzar lo supremo, tendremos que volvernos auténticos. Al correr, esa autenticidad se produce.

Acuéstese en su cama e imagine que corre. Imagine toda la escena: los árboles y el viento, el sol, toda la playa, el aire salobre. Imagínelo todo: visualícelo y dele tanto colorido como sea posible. Notará que su respiración va cambiando. Siga corriendo. Puede hacerlo por horas, kilómetros. Se sorprenderá de que aunque lo haga en la cama, llegará otra vez a esos momentos en que súbitamente la meditación está ahí.