El maestro Fabricio

Somos lo que vemos, lo que oímos, lo que experimentamos. La dimensión humana es infinita e infinitas son nuestras aptitudes para aprender. La educación es elemental para tener una vida plena. Los maestros, en este proceso, son determinantes. Deben ser elegidos por su talento, ingenio, amor y fe, de ser el caso de educación religiosa; y esto los convertirá en maestros y líderes creativos, compasivos y comprometidos en aumentar las competencias y habilidades de los otros. Se acerca el Día del Maestro y escribo esto por el padre Fabricio Alaña E., actual y saliente, rector del colegio Javier.

Su gestión fue de provocar cambios. Ejemplo de ello fue obtener la autorización del Bachillerato Internacional desde 2014, proponer desde Red Educativa Ignaciana al ministerio del ramo un proyecto que fue aprobado como una innovación que pone como centro de su propuesta al estudiante, brindándole una formación integral, estableciendo una ruta de innovación basada en cuatro ejes: Epistemológico, Pedagógico, Didáctico y Organizativo, denominado InnovAcción XXI.

El padre Fabricio inculcó en los maestros el valor que representa la espiritualidad ignaciana y que tal vez había quedado olvidada en el trajín de las cátedras. Invitó constantemente a los padres de familia para que sean protagonistas de aquella misión que asegura que solo el amor es capaz de cubrir una multitud de fallas.

Cree en el poder de los jóvenes como gente de fe y les brindó un equipo perseverante y paciente con los procesos que los encaminarían a convertirse en personas aptas para cambiar al mundo.

En lo espiritual les habla de un Dios que ama 24/7 y de una fe que no depende de la fidelidad de la juventud hacia Dios sino en la fidelidad insondable de Jesús a ellos. Los educa invitándolos a abandonar el miedo al amor y que no se dejen llevar por esa caduca predicación que olvida el Amor de Dios “ahogando así aquella alegría inicial, viva y contagiosa de los primeros cristianos”.

¡Feliz día del Maestro P. Fabricio!