Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Una maestra que transmite su mistica

En el hospital Roberto Gilbert, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, el nombre de Leonisa Cuero sigue resonando por los pasillos. Ella está considerada como una de las mejores pediatras que ha tenido la institución y las medallas que conserva lo corroboran.

Trabajar con los niños ha sido su mayor privilegio. Pero reconoce que en el hospital, en el que laboró hasta el año pasado, descubrió realidades tristes. Muchos chicos llegaban muy enfermos y con la alimentación del lugar se recuperaban. Pero, ¿y después? Sabía que una vez en el hogar el problema volvería. En algunos casos por falta de dinero para comprar comida y, en otros, por lo que ella llama agresión, que se manifiesta por el descuido.

Y precisamente agresiones ha visto de todo. Hasta aquellas desgarradoras en las que los niños son víctimas del abuso sexual, principalmente de sus familiares. Incluso de sus padres.

Es lo que ha visto en los diversos cargos ejercidos desde que el hospital se llamaba Alejandro Mann. Fue jefa de Consulta Externa por dos periodos, también jefa de Servicio y luego de Medicina del hospital, un cargo que lo mantuvo hasta que se jubiló.

Cuando se le pregunta cuál es uno de sus mayores logros, ella no duda en responder: la enseñanza. Porque para Leonisa Cuero no hay nada más reconfortante que haber formado generaciones de médicos con mística de trabajo en la Universidad de Guayaquil, durante 41 años. “Esta no es profesión para hacerse rico, sino para servir a los demás, para ayudar a la humanidad. El médico principalmente tiene que ser humano”. Y esa descripción es la que, según sus excompañeros de trabajo, se ajusta perfectamente a ella.

Son cualidades que se manifestaron también cuando trabajó como directora del departamento médico del colegio Guayaquil, por 35 años. Cuando hace un recuento de estas etapas, piensa en cómo cambió la Medicina. “Hace 40 años no teníamos los conocimientos para poder corregir las pérdidas de los líquidos de los niños por las diarreas. Ahora es diferente”, cuenta.

Esta profesional no deja de mencionar a quienes han sido su mayor pilar, su esposo Eduardo Vargas y sus hijos, Ana, médica y PhD en Biología Molecular, y Eduardo, ingeniero electrónico especialista en telefonía celular.