
Madrugar podria estresarte, lo dice la ciencia
‘No por mucho madrugar amanece más temprano’ dice un conocido refrán. Si inicia su día muy temprano puede aparecer la hormona cortisol.
Si duerme un poco más tendrá un buen humor, se relacionará mejor con los demás y su día será relajado.
Estudios revelan que la mente y el cuerpo pueden ser afectados cuando usted escucha el kikirikí...
¿Le da vergüenza decir que se ha levantado tarde para que no lo llamen vago o perezoso? Ahora tendrá motivos para permanecer más tiempo entre las cobijas y un estudio lo confirma. Investigadores de la Universidad de Westmister (Reino Unido), liderados por la doctora Angela Clow, realizaron una prueba a 40 personas, a quienes les recogieron muestras de su saliva, ocho veces, en el transcurso de la jornada, por dos días seguidos.
La primera muestra fue tomada al levantarse y la última antes de acostarse. ¿Cuál fue el resultado? Aquellos que despertaron entre 5:20 y 7:21 mostraron un alto nivel de cortisol, la hormona del estrés, y esta permanecía elevada todo el día, independientemente de la cantidad de horas de sueño que tuvieran. Para sacar más información se hizo un seguimiento de 10 semanas a los participantes.
Y hallaron que los madrugadores tienden a sufrir dolores de cabeza y musculares, resfriados y hay inclinación hacia el mal genio. Mientras que los ‘dormilones’ presentaron menos molestias físicas, mejor humor, más positivos, cordiales a la hora de relacionarse, tenían un día muy relajado. Estas conclusiones fueron corroboradas por una investigación de la University College London, en 30 pilotos de avión.
“Este trabajo aporta datos sobre las bases fisiológicas de las diferencias entre las personas que madrugan y las que se despiertan tarde. Levantarse temprano se asocia con gran concentración y una mayor actividad, pero también se experimenta niveles más altos de ira y menos energía al final del día”, declaró la doctora Clow al portal especializado Psicología y mente.
La neurociencia señala al ‘flip-flop’ como el responsable del incremento del cortisol y el desequilibrio de otras hormonas; y este consiste en el cambio brusco o muy rápido entre el sueño y el despertar. El cuerpo necesita un tiempo para la adaptación en esta transición.