Para que llaman al ECU 911

Las cifras que publica el Servicio Integrado de Seguridad sirven para ver el tipo de emergencias que hay en el país; la acción de la delincuencia entre ellas. Pero esas llamadas también esculpen un retrato de la sociedad ecuatoriana. De sus problemas y conflictos. De las expectativas que pone en la intervención de la policía en sus asuntos domésticos, entre los cuales pesa -en forma perturbadora- la violencia intrafamiliar. Que se pueda decir que el lugar más peligroso para mujeres y niños no son las calles sino sus hogares, constituye uno de esos rasgos alarmantes de una sociedad mojigata que se oculta tras una retórica de país bondadoso y pacífico.

No es extraño, en este contexto, que entre los cinco primeros temas por los cuales los ciudadanos llaman al ECU 911, tres nada tengan que ver con la delincuencia. Y que la policía esté sobrecargada con estos casos, distraída así de lo que se antoja ser, en principio, su función primordial: disuadir y combatir a los criminales.

Levantar borrachos, atender escándalos y ruidos molestosos aparecen como la primera, la segunda y la cuarta causa que lleva a los ciudadanos a llamar al ECU 911. Las tres perfilan rasgos culturales que hablan del uso que se le da al alcohol, el irrespeto por el otro y la baja capacidad para solucionar los líos entre personas o vecinos.

El alcohol, en muchos casos, no es un placer sino un mecanismo de embrutecimiento total. Se bebe para perderse. Hay multas por beber en las vías públicas (raramente se aplican por los procesos engorrosos que conllevan), pero no por estar borracho en ellas. Como sí las hay, por ejemplo, en Francia, donde se cobra 150 euros y los dueños de los bares pueden pagar hasta 750 euros por expender licor a personas que presentan signos de embriaguez. Aquí no hay campañas masivas para invitar a un manejo moderado del alcohol. Ni siquiera cuando se sabe que su consumo aumenta entre los jóvenes.

Las agresiones a personas y la violencia intrafamiliar ocupan el tercer y el quinto puesto en la lista de 5 temas que suscitan el mayor número de llamadas al ECU 911. Por violencia intrafamiliar esas llamadas bajaron en 2018 con respecto a 2017. No obstante, es el capítulo más oscuro de los desajustes que arrastra la sociedad. En seis de cada diez familias hay violencia contra la mujer. Una pandemia, dice María Paula Romo, ministra del Interior. Un tema cultural que no se soluciona con asistencia policial; primero, porque nunca habrá un policía para cada caso y segundo porque esta realidad se vive puertas adentro de los hogares ecuatorianos. Tampoco se soluciona con campañas de mera denuncia. Lejos de propender a generar cambios estructurales de comportamiento, esos mecanismos obtienen triunfos pero son pírricos, efímeros y retóricos en las redes sociales. El problema no es ganar en la tendencia del día: es establecer pedagogías que apuntalen cambios profundos y sostenibles de mentalidad.

Entretanto, es obvio que la mayor parte de las llamadas al ECU 911 requiere de nuevos esquemas de intervención, pues no siempre es fácil discernir, para los operadores, entre una riña matrimonial pasajera y una riña que conlleve un peligro letal para una mujer. Tampoco hay un policía disponible para cada lío entre vecinos. O una patrulla para levantar borrachos de las calles. En esos temas quizá hay que avanzar hacia lo que en otros países se llaman “mediaciones vecinales”. Si los vecinos colaboran con los vecinos, quizá pueda haber más policías en la calle para ocuparse de los delincuentes.