Liga (Q) tiene goleadores de fe extrema
Alemán cuando se encuentra con el balón se lo queda, cuando se encuentra con un rival lo borra, cuando se encuentra con un compañero tira una pared. Le cambia la línea de flotación a LDU(Q). Traza diagonales, acomoda el cuerpo protegiendo la esférica; cuando la marca estira la pierna para impedir el pase, él pisa la pelota y va para el otro lado. Interpreta su papel de intermediario del gol. Hasta cuando toca para perder tiempo, gana espacios vacíos.
Diego Morales piensa con claridad y resuelve con intención. Un perfil orientado. Está donde el fútbol pone a prueba el cambio de ritmo, la claridad para el pase y la determinación ante el gol
Aclara la jugada. Corre menos para pensar mejor. Volatiza la marca con armonía y fineza. Jugador amenaza en cualquier sitio del campo en que se encuentre. Estudia la pelota para entrarle en el punto preciso, midiendo la curva para no quedarse corto, ni tampoco para excederse en el tiro. Una brevedad que brilla en el pase multiplicado que es la base de este cuadro. Quintero, su poder es el de la imaginación, su sitio la orilla derecha y su arma la sorpresa, es imprevisible. Aprendió a esperar la inspiración jugando y a asumir responsabilidades colectivas. Creativo y técnico, gana en la fricción. Tiene tres jugadas adelantadas. Vale por lo que es capaz de dar y contagiar. Juega sin frenos inhibitorios, le sobran amagues y decisión. Al tiro final le agrega armonía y dirección. Esfuerzos interminables y movimientos originales que pide el fútbol en la zona donde se desequilibran los partidos. Atrevimiento creativo. La vitalidad de lo diferente, unida a la energía de un wing clásico. Nos acerca un fútbol inimitable.
Carlos Tenorio, sin estatismo, obligado a enfrentar a los dos centrales oponentes. Juntarlos y después desmarcarse a los costados, tratando de arrastrarlos con sus piques. Esos espacios libres que deja cuando rota lo aprovechan los volantes para atacar al espacio vacío.