Bienvenida. Gabriela Vargas, campeona mundial juvenil, se muestra sonriente en el aeropuerto Mariscal Sucre , ayer.

“Voy a compartir con los ninos”

Volvió triunfante. Con una corona de laureles, flores, pancartas y globos fue recibida, ayer, la campeona mundial juvenil de patinaje de carreras.

Volvió triunfante. Con una corona de laureles, flores, pancartas y globos fue recibida, ayer, la campeona mundial juvenil de patinaje de carreras.

A las 10:38, en la salida nacional del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, Gabriela Vargas apareció sonriente. Hizo escala en Guayaquil en su viaje desde China. Allí ganó la medalla de oro y la de bronce en los 10.000 metros por puntos y 20.000 eliminación, respectivamente.

Apenas se dibujó la figura de la destacada deportista, sus familiares y amigos corearon: “Te queremos Gaby, te queremos”. Alexandra Bonilla, su compañera en el patinaje, levantó un cartel que decía: “Gracias Gabriela por dejar el nombre de Ecuador en lo más alto”.

Su padre, Germán Vargas, estaba nervioso. Cuando la doble medallista mundial cruzó la puerta, se acercó y se confundieron en un abrazo interminable. No pudieron contener las lágrimas de la emoción. Él fue el encargado de colocarle la corona de laureles.

La ‘Chula’ Vargas, como la conocen desde pequeña sus familiares y amigos, sonrió y levantó el brazo derecho. Inmediatamente sacó de la mochila negra las dos medallas y las colgó orgullosa en su pecho.

Luego de recibir las felicitaciones de propios y extraños, Gabriela aseguró que se hizo realidad uno de sus sueños, desde que inició en el patinaje.

“Gracias a Dios, este año pude cumplir mi meta más grande como juvenil: ser campeona mundial. Quiero celebrar con mi familia y, especialmente, con los niños que recién están empezando en este hermoso deporte”, dijo a EXPRESO.

Este fin de semana asistirá al patinódromo del estadio Atahualpa, donde se cumplirá una competencia infantil.

Inicialmente, ella practicaba gimnasia artística. Por una lesión en los codos tuvo que abandonar este deporte y se vinculó al patinaje, hace una década.

Contó que, cuando cruzó la meta y logró la presea dorada, no sabía si llorar, gritar o sonreír de la felicidad. “Tenía muchos sentimientos encontrados. Lo primero que pensé fue en mis padres y luego me sentí orgullosa de representar a mi país”, narró.