
“Estamos en un callejon sin salida”
Los atascos por las protestas evidencian la fragilidad de la vía a la costa ante un desastre. Vecinos piden ya la carretera al aeropuerto
El diagnóstico es unánime. Las protestas del pasado domingo en la vía a la costa, que provocaron atascos kilométricos, pusieron de manifiesto “la vulnerabilidad” del sector. Sus 26 urbanizaciones se encuentran enjauladas, en una ratonera de la que difícilmente podrían huir los habitantes si la autopista colapsara producto de un desastre natural o emergencia.
Como informó EXPRESO en dos reportajes, los dirigentes vecinales reclaman un plan de evacuación específico. Y tras lo acaecido el fin de semana, tres de ellos ruegan que se acelere la construcción de la carretera al futuro aeropuerto de Daular, la única opción que ayudaría a minimizar los riesgos ante la falta de rutas alternas a la autopista. La arquitecta Teresa Pérez, que está estudiando el desarrollo de la zona, ya habló de la relevancia de dicha infraestructura en este Diario.
La vía se extenderá a lo largo de 34 kilómetros y unirá la Perimetral, a la altura de la Escuela Politécnica del Litoral, con el kilómetro 25 de la vía a la costa, poco después del peaje de Chongón. Un segundo tramo de ocho la conectará con la terminal. Pero la entrega de ambos proyectos está prevista para 2024. Hasta entonces, tocará cruzar los dedos.
El domingo, Galo Plúa, presidente de Arcadia, salió de casa con su familia antes de las 19:00 para acudir a la iglesia de Los Ceibos. Solo avanzó dos kilómetros en hora y media. “Fue un caos, un desastre. Había buses en la vía de servicio, vehículos en la ciclovía... Se puso de manifiesto que estamos encerrados”, denuncia molesto.
Entonces imaginó la frustración que sentirían quienes debían atender alguna urgencia. Y llegó a la conclusión de que la expansión urbanística del área, iniciada en la década de los 80, no vino acompañada de una “planificación vial eficiente”, que en estos momentos pasa por habilitar “cuanto antes” la nueva carretera.
Los colegas de Plúa comparten su análisis. Pedro Guevara, de Terranostra, tardó dos horas en arribar a un templo ubicado en la Carlos Julio Arosemena, tiempo suficiente para visualizar la magnitud del problema. “Deben hacer la vía ya. Si ocurre algo, todos nos vamos a topar donde acaba la de servicio, en Puerto Azul, que no es alterna porque sigue el mismo trayecto que la principal en lugar de desembocar en la Perimetral”, atestigua.
Ahora, su mejor baza sería continuar hasta Santa Elena y volver por Manabí, en un mareante rodeo de unas seis horas. Por eso recuerda que hace ya tres años, con motivo de la implantación de un gasoducto a un costado de la calzada, exigieron “una vía de escape”.
Reinaldo Cañizares, de Puerto Azul, también se muestra muy preocupado. Y eso que su ciudadela cuenta con una ruta por el estero Salado, a través del Guayaquil Yacht Club. “Las urbanizaciones sin puerto no tienen hacia dónde correr”, recalca.
Incluso el Municipio, dos años después de asumir las competencias en materia de gestión de riesgos, admite la falta de soluciones hasta que el nuevo vial sea una realidad. Un proyecto que Juan Ramírez, director de esta área, define como “muy importante desde ya” para la ciudad: “Se ve la necesidad de considerarlo parte del crecimiento urbano. Lastimosamente, (ahora) solo hay uno. Y cuando se produzca algo así, van a surgir estas situaciones. Pero el domingo se podía circular por el de acceso”.
No obstante, resalta que ningún sector posee un plan de evacuación propio, sino que la atención se articula conforme a 17 protocolos generales diseñados para distintas eventualidades. Y niega que exista un error en el modelo urbanístico. “A medida que se hacen correcciones, se alivia el problema”, apunta.
“Adelantar las obras es difícil”
A Nicolás Romero, gerente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil (AAG), le gustaría adelantar las obras de la futura carretera a la terminal. Pero lo ve “difícil”. Es más, no descarta que la finalización de los trabajos, programada para comienzos de 2024, unos seis meses antes de la entrega del aeropuerto, coincidan con la inauguración de este.
“Posiblemente se retrase un poco por las circunstancias económicas”, anuncia a este Diario.
La decisión última, no obstante, corresponde al alcalde porteño, Jaime Nebot. Aunque Romero no cree que varíe los plazos previstos: “Él se va en 2019. Más bien me parece que la dejará a la nueva administración”.
La ejecución del proyecto, cuyo presupuesto no se ha cerrado aún, tardará unos dos años y medio o tres. Varios ingenieros de la Cámara de la Construcción están verificando si el diseño presentado cumple las necesidades técnicas. “Hasta el momento no hay cambios”, apostilla.
Evacuación. EXPRESO ya publicó dos reportajes sobre la necesidad de un plan propio para el sector.