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La inseguridad se vuelve una industria de millones

Las camaroneras y restaurantes, los que más compran. El ciudadano invierte en tecnología para blindar su casa. Los guardias son contratados para fiestas.

Caminar varias cuadras tranquilamente con una funda de papel llena de dinero, en el centro de Guayaquil, como lo hacía Gonzalo Pereira, un extrabajador de un banco, en el siglo pasado, quedó para historia urbana.

Ahora hasta para transportar camarones se requiere custodia. Los guardias ya no solo son contratados para cuidar grandes empresas, en la actualidad también están en restaurantes y hasta afuera de fiestas.

La sensación de inseguridad lleva a que más personas inviertan en seguridad. Solo el sector del camarón al año gasta unos 30 millones de dólares.

En ese monto está lo que se gasta en seguridad y más o menos lo que se pierde en los robos, explicó a Diario EXPRESO José Antonio Camposano, presidente ejecutivo de la Cámara Nacional de Acuacultura.

El sector no se cruza de brazos a ver cómo les roban, por ello el experto en seguridad y propietario de Cuport, Jorge Villacreses, dijo que la demanda de custodia de las camaroneras se ha incrementado alrededor de un 40 por ciento.

Ya no se trata solo de poner un guardia en la agroindustria, ahora requieren custodia fluvial y terrestre.

E incluso los que son exportadores del crustáceo contratan candados satelitales y perros adiestrados para evitar que el cargamento sea contaminado con drogas. (En el cuadro se puede ver en detalle los costos de cada servicio).

Y pensar que en los años 60 Pereira transitaba sin estrés con millones de sucres para depositarlos en el Banco Central del Ecuador. Cincuenta y nueve años después, en determinados sectores, no es posible ni disfrutar de una comida sin el temor de ser asaltado. De allí a que se han incrementado los restaurantes que ahora han contratado guardias.

Villacreses indicó que la demanda de guardias para restaurantes ha subido alrededor de un 30 %.

La tendencia de invertir más en seguridad no es exclusiva de los empresarios, el ciudadano de a pie también blinda su casa, no importa su ubicación. La precisión es porque antes era más común en áreas donde vive la clase alta, ahora es en toda la ciudad.

El cerramiento de las peatonales en las ciudadelas del sur ahora es con puertas eléctricas e incluye las instalaciones de cámaras de seguridad.

Para esto, cada casa aporta unos 55 dólares. Para comprar el material y tener una tarjeta para abrir la puerta pagan 25 dólares y por cada dispositivo adicional se cancela 10 dólares. Por lo tanto una familia de cuatro miembros gasta 55 dólares.

“La tecnología ha progresado y las cámaras son de alta definición, lo que permite ver claramente los rostros. La imagen se la puede ampliar y no se abre el pixel. Entonces los clientes están cambiando las cámaras”, manifestó la gerente de venta de Teraya, María Auxiliadora Montalván.

Agregó que el gasto para las casas incluye chapas eléctricas y relojes especiales para los más pequeños del hogar, quienes al sentirse amenazados pueden aplastar un botón del equipo y este envía una alarma a los celulares que están configurados.

Este equipo permite ver la ubicación en tiempo real. Hay relojes que pueden enviar la alarma hasta a cinco celulares.

El ingeniero eléctrico Carlos Guambo puntualizó que el monitoreo es vital para sacar el máximo provecho a los equipos. La mayoría ve las imágenes cuando ha ocurrido el delito y no en el momento para evitarlo.

La inversión en seguridad se hace también para fiestas. Por ejemplo, contratan guardias que cuidan los carros de los invitados para celebrar la boda sin la preocupación de que se roben un accesorio o se lleven el carro. Son preocupaciones no comunes en los días en que Pereira trabajaba en un importante banco del país. Ahora la inseguridad dinamiza a la industria de la seguridad.

El detalle:

Tecnología. Los carros ahora tienen un chip en el parabrisas que permite el acceso a la ciudadela privada, el precio del dispositivo es de 10 dólares.

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