Informe a la nación: el año de la derrota moral

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Guillermo Lasso ha entrado de lleno en esa política entendida como una actividad inconfesable que se practica debajo de la mesa. Donde lo que se dice difiere sistemáticamente de lo que se hace. Un análisis

Indicadores que mejoran en todos los aspectos: desde el índice de pobreza hasta el número de femicidios. Políticas públicas pioneras que el país no había conocido: desde los préstamos más baratos del mundo para la reactivación del agro hasta la instrumentación, “por primera vez en la historia del Ecuador”, de una política de rehabilitación en las cárceles. Incremento de los ingresos petroleros, reactivación productiva, ampliación del portafolio de inversiones... El informe a la nación de Guillermo Lasso pintó un país encaminado por la vía del éxito: “Lo peor de la tormenta ya ha pasado -dijo-, hemos construido un puente hacia un nuevo Ecuador de libertad, oportunidades y progreso”.

Por supuesto, hay una trampa: los verbos están conjugados en futuro. Guillermo Lasso vende los dos mayores logros de su primer año de gobierno (la campaña de vacunación y la reducción del déficit fiscal) y arranca desde ahí con una retahíla de buenas intenciones que harán del Ecuador (algún día entre mañana y los próximos tres años, si todo sale bien) el país de las oportunidades. Retoma el estilo de la campaña electoral (habla de Anthony, el niño de diez años que conoció en sus recorridos por los caminos de la patria y que quiere ser presidente del Ecuador) y se pone a vender planes: registro nacional agropecuario, plan ecológico para recuperar el 20 por ciento de los desperdicios del país, Centros Violeta para la asistencia de las mujeres víctimas de la violencia machista, historias clínicas electrónicas que facilitarán la atención de salud... “En cuatro años lo podrán apreciar en toda su justa dimensión”. Sin inmutarse, el presidente despacha el informe presidencial que debería reservarse para el 2025, suponiendo que para entonces haya cumplido todo lo que promete.

Lasso-Informe- Nación

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Su artificio retórico consiste en levantar un discurso sobre el éxito para encubrir el peor de sus fracasos: el político. Un año atrás llegó a Carondelet proclamando su intención de cambiar la manera de hacer política en el país, pero hace rato que desistió de ese propósito y aprendió las malas prácticas. Hoy llega a su primer informe de labores tratando de disimularlo. ¿Dónde quedó el cuerpo de reformas que alguna vez se contó entre sus prioridades? Eliminación o reducción de funciones del Consejo de Participación Ciudadana, reformas constitucionales, cambios de fondo en el Código de la Democracia, creación de un sistema de partidos… Esas propuestas ya no hacen parte de su lista de buenas intenciones. Más aún: renuncia (lo hizo en la parte final de su informe) expresamente a ellas: “no se construye futuro haciendo y deshaciendo”, pretexta, y en lugar de reforma política propone lo que se podría interpretar como una reforma de las conciencias: “Tomen esta palabra como una oportunidad para renovarnos” y para “actuar en función de todo aquello que está por encima nuestras diferencias. La educación de Anthony, por ejemplo”.

Habla Guillermo Lasso como si la profunda crisis política que aqueja a su gobierno no existiera. Pero esa crisis, con su bloqueo parlamentario, sus planes de golpe constitucional y sus conspiraciones para alzarse con los organismos de control (procesos en desarrollo sobre los que no dijo media palabra) no ha hecho sino comenzar. Pues bien: da a entender que no moverá un dedo. Y hace un llamado a la buena fe de quienes lo quieren tumbar: “tomen mi mano, vamos con fe a ese país de oportunidades, juntos lo haremos posible”.

Por supuesto el presidente debe ser el primero en no tomar en serio lo que dice ¿O acaso cree de verdad que, ante su llamado a la reconciliación, correístas y socialcristianos dejarán de complotar, renunciarán a sus aspiraciones de alzarse con los organismos de control y, con una lagrimita, tomarán su mano y cruzarán con él ese puente tendido hacia un futuro de oportunidades donde Anthony será presidente de un Ecuador próspero y libre? Por supuesto que no, eso es basura. Y esa basura es la medida de la gran derrota moral de Guillermo Lasso en su primer año de gestión. El presidente ha entrado de lleno en esa política en la cual no existe ni la más remota relación entre lo que se dice y lo que se hace. Ese discurso buenoide, insustancial y vacuo de la mano tendida, el puente hacia el futuro y la educación de Anthony no sirve sino para encubrir la crudeza de los hechos. Ese es el mensaje central que transmitió el informe de Guillermo Lasso: que la política seguirá siendo una actividad inconfesable que se practica debajo de la mesa.

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