Guayaquil ciudad intercultural

Vivimos tiempos en los que se dicen y difunden dogmáticas tonterías sobre la interculturalidad, distorsionando su realidad. Por eso es bueno repensar la sociabilidad de la urbe. Recordarles que Guayaquil tiene una tradición y acción vital con la diversidad étnica, la pluriculturalidad y sus relaciones múltiples. Así ha llegado a ser lo que el país le reconoce: espacio de heterogeneidad económica, sociocultural y étnica del Ecuador multicolor.

Desde sus orígenes es un producto activo de interculturalidad múltiple. Se desarrolló como resultado de un encuentro-acuerdo de indígenas (huancavilcas, chonos, milagros, daulis, etc.) y españoles de variado origen (vascos, catalanes, flamencos, andaluces, madrileños, etc.). Desde inicios tuvo afrodescendientes de diversas naciones. Por eso su destino será necesaria y esencialmente la diversidad, con una acción comunicativa de activa y constante interculturalidad.

De este modo se tejió el Guayaquil mercantil y agroexportador. Aquí conviven montuvios, cholos, mulatos, mestizos y diversidad de inmigrantes (judíos, alemanes, yanquis, ingleses, chinos, turcos, libaneses, árabes, italianos, etc.). Con su aporte y proceso de mestizaje inacabado e interminable, se hizo la ciudad comercial, formal e informal, tradicional, moderna y posmoderna. Esto no es consigna ni propaganda ideológica. Es evidencia cotidiana.

Aquí llegaron y se radicaron: los Sandiford, Jaime Hurtado, los Assad, Lofredo, Kruger, Arosemena, Sonnenholzner, Piguave, Zambrano, Quimis, Czarninski, Guamán, Quinto, Icaza, JJ, Spencer, etc. Se evidencia su rica diversidad en La Bahía. Ahí, en el comercio informal, están en relación activa diversas culturas y etnicidades. Pregúnteles su origen y sabrán de una práctica efectiva y no la mezcolanza ideológica de los Torquemadas de la “interculturalidad oficial”. Si no están satisfechos vayan a cualquier parque, chongo, zona rosa, supermercado, tienda de barrio, allí también está la interculturalidad guayaca y de quienes llegaron y creyeron en la ciudad; por eso son “guayacos nacionalizados”. Así es mi Guayaquil, que nunca me rechazó por ser montuvio.

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