El futuro echa cimientos con los aviones solares

El futuro echa cimientos con los aviones solares

La aventura de estos artefactos apunta a otra era comercial.

Quizás no haya tenido la misma gran repercusión que coincidentemente un mes de julio, pero de 1969, tuvo la llegada de la nave Apolo 11 a la Luna. Sin embargo, que el avión Solar Impulse 2 (SI2) haya completado hace pocos días la vuelta al mundo, utilizando únicamente paneles fotovoltáicos, representa, como entonces “un paso gigante para la humanidad”. Gigante, sobre todo, para una industria aeronáutica que actualmente emite millones de toneladas de gases contaminantes al ambiente, y cuya mayor carga son las cuentas del combustible.

El prototipo de avión solar necesitó 23 días de vuelo -558 horas y 6 minutos-, para cubrir su periplo de 43.041 km en 17 etapas. Propulsado solo con luz solar, la noche del lunes pasado aterrizó en Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos.

El SI2 está equipado con más de 17.000 células fotovoltáicas, es de fibra de carbono, pesa igual que un automóvil vacío y se sustenta gracias a una envergadura alar más larga que la de los Boeing 747. Su velocidad de travesía se sitúa entre los 45 y los 90 km/h y alcanza una altura de 8.500 metros.

Este hecho es celebrado también en Ecuador, pero aviadores y técnicos aeronáuticos consultados por EXPRESO lo toman con cautela, sin mucha expectativa de que una aviación más sana y barata, se aplique a corto plazo.

“Este es solo el inicio de una situación, de un proyecto que está en estudio todavía”, dice Ángel Córdova, un general de Aviación (r)., hoy gerente general de Tagsa, la empresa que administra el aeropuerto de Guayaquil. Él urge considerar que tomará muchos años comercializar este tipo de aviones.

Cierto. Pero antes ocurrió con Limberg y su travesía del Atlántico a vuelo con ‘Espíritu de San Luis’. Las realidades de hoy siempre están ancladas a una aventura de ayer.

Para Thomas Endara, Coronel retirado de la Fuerza Aérea Ecuatoriana y excomandante de varias unidades operativas, el SI2 es una ventana tecnológica y energética que nos recuerda que la inteligencia humana no tiene límites. Agrega que “el futuro será de energías limpias impulsadas por los fotones de la luz o por magnetismo”.

Pero Oswaldo Ramos, un experimentado ingeniero aeronáutico ecuatoriano, aclara que los vuelos de prototipos “siempre están décadas por delante de una aplicación práctica”.

Este técnico recuerda que el primer paso de un proyecto de este tipo es puramente académico; luego viene la creación de un prototipo volador, funcional (como el SI2); y el tercer paso sería ya la producción de los aviones en serie, “pero eso puede tomar lustros o décadas”.

Explica que para que las aeronaves solares sean prácticas, la tecnología tendría que desarrollarse más y permitir que estos aparatos puedan levantar una carga útil (personas y bultos) mucho mayor que la que levanta el SI2: dos tripulantes.

La idea de volar con ayuda de energía solar podría encontrar obstáculos en los grandes carteles petroleros del mundo. Pero el capitán Joffre Campoverde, un aviador civil local, recuerda que muchos países ya han iniciado el camino hacia la eliminación de los combustibles fósiles y buscan la energía limpia para hogares y diferentes sistemas de transporte.

“A eso vamos a llegar, aunque en el caso de la aviación mayor sí pasarán, creo yo, más de 20 años para llegar a esos cambios”, dice Campoverde, un exsubdirector de la Dirección de la Aviación Civil y expresidente del Aeroclub y de la Asociación de Aviadores.

Ramos también cree que ese es el tiempo que tomaría desarrollar la producción de aviones con energías limpias.

Para el Ecuador, contar con estos avances se ve más lejano aún. Ramos solamente recuerda que fabricar aviones requiere de un alto nivel tecnológico y mucho dinero. Campoverde, en cambio, cree que debemos pensar primero en desarrollar nuestra aviación: “Es el Siglo XXI y no tenemos prácticamente una aerolínea propia que vuele al extranjero”.