Activistas protestaron en junio de 2017 frente a un restaurante en Hong Kong que ofrece sopa de aleta de tiburón.

La flota pesquera china vino a buscar tiburones

El 12 % de los barcos de ultramar de ese país están al límite de 200 millas del mar territorial. Se camuflan para pescar.

El interés de la flota pesquera china en los mares de América Latina fue advertida hace años por organizaciones ecologistas que aseguran que su único interés no solo era el petróleo y los minerales, sino el pescado.

Han sido múltiples los conflictos que, a nivel mundial, ha tenido la flota pesquera china, de unos 2.460 barcos de ultramar, a su paso depredador por los mares territoriales.

El 12 por ciento de esa flota pesquera (300 barcos) es la que está ahora en un área marítima de aguas internacionales que en extensión, puede compararse con los territorios de las provincias de Guayas y Santa Elena. Están ubicados en la franja de aguas internacionales casi al límite de las 200 millas de mar territorial y zona económica exclusiva, en las islas Galápagos, en donde abundan los tiburones, el atún y los calamares gigantes, que son los más apetecidos por un país donde se preparan sopas afrodisíacas y medicinas con aletas de tiburón y otras especies marinas, que están en peligro de extinción.

Según conoció este Diario, la flota china aplica una estrategia con la que intenta, a diario, burlar el monitoreo satelital, apagando sus sistemas de detección cooperativos, con el único objetivo de ingresar a la zona económica exclusiva y apoderarse de las especies marinas.

La flota china conoce muy bien las debilidades en el control marítimo que tienen los países latinoamericanos como Ecuador y Perú, al carecer de sistemas de monitoreo satelital dentro de sus 200 millas de zona económica exclusiva.

El chileno Maximiliano Bello, directivo de The Pew Charritable Trust y experto en oceánica internacional, dijo el año pasado a la BBC que en China, “hay más gente que necesita más recursos y más gente dispuesta a pagar cantidades impresionantes por conseguir peces que, de otra manera, no podrían conseguir”.

El tamaño de China y su crecimiento económico son dos de las claves de que América Latina estuviera en su punto de mira en lo que se refiere a la pesca.

Hasta el año pasado, China había desarrollado la mayor parte de su pesca de ultramar en el oeste de África, donde Greenpeace denunció intensamente esa actividad ilegal, y ahora la ha volcado hacia el Pacífico sur donde están Chile, Perú, Ecuador y Colombia.

Fue la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quien hizo un llamado a los países latinoamericanos para unirse y crear una de las áreas marinas protegidas más grandes del planeta.

“La extensión del área marítima ecuatoriana es cinco veces la terrestre por lo que existe la necesidad de medios aéreos para exploración aeromarítima y de buques para patrullar y neutralizar las actividades ilícitas”, dice el contralmirante Ángel Sarzosa, excomandante de la Armada.

El exjefe naval dice que el Gobierno debe revisar el presupuesto destinado para el mantenimiento de los buques de la Armada, porque el que existe no es suficiente y, por tanto, impide el desarrollo marítimo del país.

Santiago Bucaram: “Este problema no es nuevo, es estructural”

Entrevista por Cristina Bazán Salcedo

bazanc@granasa.com.ec

El pasado 14 de agosto, la Marina capturó en aguas de las islas Galápagos un buque de bandera china con unas 300 toneladas de pesca, que incluían, al menos, dos especies de tiburón consideradas vulnerables. Días después, se informó que unos 300 barcos están pescando desde julio en aguas internacionales, al filo de los límites ecuatorianos.

- ¿Cuál es la afectación económica que trae la existencia de esta flota pesquera china?

- Antes de hablar de lo económico debo decir que el problema es cómo se está analizando la situación. Lo están tomando como una situación coyuntural, cuando realmente se trata de algo estructural y no solo con buques chinos, si no de distintas banderas. Hay un área de casi 700.000 kilómetros cuadrados que deben ser controlados.

- ¿Y por qué no se ha podido controlar antes?

- Tener que patrullar día y noche un área de ese tamaño es algo que es muy complicado y muy costoso. Estamos hablando de un problema de logística sumamente grave. Se necesita recursos para eso y las autoridades lo saben.

- ¿Qué instituciones deberían controlar el problema?

- El sector atunero es el principal afectado, así que ellos junto al Gobierno y el Parque Nacional Galápagos deben sentarse a hablar y llegar a una alianza público-privada que permita tener control de nuestras especies. Pero como le digo, sin inversión no hay solución que pueda funcionar. Repito, esto no es nuevo es algo estructural, ni siquiera de leyes, porque es más grave tener regulaciones y no poder ejecutarlas. La pesca ilegal busca atrapar más en menos tiempo.

- Y en ese sentido entonces, ¿cuál ha sido ya la afectación económica?

- Dar números es arriesgado. Sabemos que la reserva es solo el 1 % del Pacífico oriental y que los atuneros realizan ahí aproximadamente entre el 10 y 15 % de su actividad, entonces es muy importante. El problema es que es una pesca fantasma. Ahora nos asustamos por un barco, pero pueden ser más y nadie lo sabe.

- Y hablando de especies marinas migratorias...

- El tiburón martillo y otros tipos de tiburones. Estas son especies sensibles porque su ciclo de vida es lento. Son recursos que al final del día nos conviene que estén en el agua que en el plato de un asiático. Al capturarlos genera un desequilibrio biológico que puede afectar a otras especies, entre ellos los atunes.

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