Actividad. Laura Miranda encabeza la elaboración de los uniformes escolares que deberán entregar la próxima semana. Señaló que este año solo fabricará unas 5.000 vestimentas, pues en bodega aún tiene mercadería.

Para esta epoca de clases se elaboraron menos uniformes

Nuria Espinoza quizá desconoce qué es un broker de Wall Street, pero tiene claro que sí le funciona su estrategia para captar la atención de posibles clientes.

Nuria Espinoza quizá desconoce qué es un broker de Wall Street, pero tiene claro que sí le funciona su estrategia para captar la atención de posibles clientes.

Y la aplica en los exteriores de su local de uniformes, situado en una esquina de las calles 6 de Marzo y Sucre. Solo necesita subirse en un banco metálico y con la ayuda de su potente voz atrae las miradas de quienes frecuentan este sector del mercado Central.

“Damita, sí tenemos la camiseta polo para su hijo”, “Señor espere, ya le traen el pantalón azul que su niño necesita”, son algunas de las expresiones de Espinoza. El objetivo es contentar a todos, dice.

La comerciante permanece activa desde las 08:00 hasta la noche, cuando abandona el sitio el último cliente.

Ayer las ventas de uniformes escolares fueron buenas para la mujer, como seguro serán hasta mediados de mayo.

Es la temporada alta de este tipo de vestimenta, la que fue irregular el año pasado, por el terremoto del 16 de abril.

Por lo general, Espinoza confecciona 15.000 uniformes para la temporada de clases. Por la incertidumbre del sismo se quedaron en la percha 5.000.

Este año solo elaboró unos 3.000, para no afectar la inversión que hará en el 2018.

Otro factor que obligó la fabricación de un menor número de uniformes fue la decisión sorpresiva de ciertos planteles en cambiar la indumentaria.

Laura Miranda, gerenta de Confecciones Don Lucho, señaló que esa resolución tira abajo una planificación de al menos seis meses. “En algunos locales se cambió la totalidad del uniforme, mercadería que nos tocó llevar a la bodega u ofrecerla con oferta”, expresó.

Miranda estaba preocupada por la falta de clientes. “Recién se reactivó el 10 de abril. Quizá es por la crisis que afecta al país, al menos en los últimos tres años”, opinó.

Por ese motivo solo contrató a 15 empleados eventuales, a diferencia de otros años que promediaban los 20.

Los comerciantes mayoristas también limitaron la adquisición de mercadería, precisamente por el stock que mantienen en bodega desde el año pasado.

Kevin Caranqui, administrador de un almacén, dijo que en pantalones invirtieron más en colores tradicionales, como son azul y caqui. Son 30 unidades por talla, a diferencia de otras épocas que era el doble.

Lo mismo ocurrió con las camisas blancas, que esta vez son 30 docenas.

Caranqui indicó que registraron pérdidas en la elaboración de bolsillos, pues en ciertos planteles cambiaron a última hora el diseño.

Clientes como Lorenzo Gavilánez esperaron el pago de las utilidades para comprar el uniforme de sus hijos.

Mientras Blanca Mera señaló que se mantienen los precios del año pasado.

Por lo pronto los comerciantes han ampliado el horario de atención, incluido el fin de semana. Así evitan quedarse con la mercadería, como ocurrió el año pasado.