Endeudarse demasiado riesgo en epoca de crisis

Primero no había liquidez para conceder créditos; ahora que sí hay dinero, son las empresas las que prefieren no aceptar préstamos que quizás no puedan pagar. Las prioridades del sector privado han cambiado conforme se profundiza la brecha de la crisis económica. Sobre todo entre los emprendedores.

Más que crecer y desarrollarse, los nuevos empresarios tienen en mente no morir en el camino. El afán de supervivencia, cuando las ventas han caído, cuando los impuestos han subido y cuando el fin de la estrechez aún no se atisba en el horizonte económico nacional, orilla cualquier iniciativa que requiera endeudarse más. Cualquier inversión. Cualquier mejora. Cualquier innovación.

El presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios, Andrés Briones, describe un ajuste de contabilidad a final de mes tan estrecho para algunas empresas que no da para pagar los sueldos, pero tampoco para las indemnizaciones de los trabajadores despedidos.

Y ahí sí se abre una rendija para los créditos bancarios. “Algunas empresas necesitan financiación para liquidar personal. No se puede generalizar, pero existen esos casos en los que, con el mercado contenido, no hay capacidad para mantener el brazo productivo y se accede al crédito para liquidar a los empleados”, se lamenta. El otro escenario que empuja al sector productivo, según Briones, a recurrir al crédito es para cubrir gastos del día a día. “Se está pagando la nómina y los gastos corrientes con créditos”, sostiene, a sabiendas de que con esos síntomas no hay viabilidad para una empresa.

Ahora que la banca ha empezado a tender la mano de la financiación en el segmento productivo -sin descuidar la revisión de los perfiles crediticios-, las entidades se encuentran con el desinterés de las empresas.

Entre enero y mayo de este año, según las cifras del Banco Central de Ecuador, se entregaron 4.782 millones de dólares en crédito comercial prioritario y 173,9 millones de dólares en crédito productivo (ambos ramos se dedican a actividades de producción económica). Eso equivale al 55 % y al 2 %, respectivamente, de todo lo entregado por las entidades en esos cinco meses del año.

“El año anterior sí se habían buscado las formas para cuidarse porque había menos depósitos y menos dinero para entregar y menos créditos”, comentó en su día el presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador, Julio José Prado. “Ahora lo que encontramos es que cuando la banca sale a prestar créditos a los sectores productivos, aquellas empresas del sector de la construcción, del sector automotor, del microcrédito, no están tomando los créditos por la incertidumbre, por el bajo crecimiento económico”, confirma el representante de los bancos.

El Banco Central concluyó en un informe que el debilitamiento de la demanda se da en todos los segmentos crediticios, pero con especial énfasis en el productivo (-43 %) y en el de vivienda (-43), a sabiendas, además, de que viene deteriorándose desde el primer trimestre de 2015.

Estas cifras reflejan la tesis de Prado: “El mayor problema que tenemos hoy no es tanto de oferta de crédito, sino de demanda”.

Y el empresario importador de maquinaria pesada, Juan Carlos Carmigniani, presidente de Fecorsa, le da la razón en parte y en parte se la quita.

El problema, indica Carmigniani, no es si suben o bajan las tasas de interés, ya que este recargo se traslada al cliente, sino los plazos de pago. Son demasiado cortos y las condiciones del mercado no permiten a los importadores acumular mercadería por las condiciones de mercado.

Debido al que el riesgo país está muy alto, las empresas que le proveen de maquinaria en España o Brasil no aceptan el diferimiento de las facturas con crédito directo. Solo quieren notas de crédito, es decir, pago al contado y por adelantado. Y son cifras millonarias ya que, en su caso, se trata de generadores de energía eléctrica o motores.

Ese proceder encarece sus costos y eso merma aún más la demanda. “O me stockeo con el crédito blando que me permite tener suministros o hago importaciones puntuales a petición del cliente”, resume sus opciones. Pero ninguna es conveniente: la primera, por las condiciones de los créditos, y la segunda, porque la maquinaria demora y el negocio pierde su valor agregado que es tener la mercadería en plaza.

La expresidenta de la Cámara de Comercio de Guayaquil achaca las dudas a que el rendimiento de las empresas es “incierto”: “Si las ventas siguen decayendo, los costos siguen subiendo y la disponibilidad de materias primas y bienes de capital sigue complicada, es difícil que sepamos cómo pagar un préstamo”.