El poder de la encuesta

El poder de la encuesta

Una guía o una herramienta para tomar decisiones. Las encuestas, pese a ser el reflejo de una realidad temporal sobre la tendencia o pensamiento de la sociedad en un tema específico, tienen su peso.

Una guía o una herramienta para tomar decisiones. Las encuestas, pese a ser el reflejo de una realidad temporal sobre la tendencia o pensamiento de la sociedad en un tema específico, tienen su peso.

En política pueden llegar a convertirse en la última palabra sobre decisiones importantes como quién será el candidato a la presidencia. Por ejemplo, el colectivo de La Unidad decidió que escogerá a su carta presidencial (entre Cynthia Viteri y Paúl Carrasco) con base en una encuesta y el consenso de sus miembros. El partido Izquierda Democrática también usará este instrumento de medición para integrar las listas de asambleístas, lo dijo Wilma Andrade, presidenta de la organización política, en una reciente visita a Guayaquil.

En fin. Todos las utilizan, pero la pregunta es: ¿las encuestas son el principio y el fin de las decisiones políticas en temporada preelectoral? Jorge Vélez, director en Guayas del movimiento Centro Democrático Nacional, reconoce el peso de estas mediciones al momento de tomar decisiones; sin embargo, no las ve como la respuesta a todas las dudas internas de las organizaciones políticas.

El movimiento liderado por el prefecto del Guayas, Jimmy Jairala, también las usará para definir el casillero de los aspirantes a la Asamblea Nacional. Es decir, el postulante con un porcentaje más alto de reconocimiento del electorado irá arriba de la lista, y otro que tenga un porcentaje más bajo irá abajo, explicó el dirigente político. “Si no tienes encuestas es como un arroz con menestra, pero sin menestra. Sin duda es una herramienta que nos sirve para poder definir candidatos”.

En el otro extremo, hay quienes no le dan ningún peso al momento de definir candidaturas. El precandidato presidencial por el partido Fuerza Ecuador, Abdalá Bucaram Pulley, prefiere ver a estas mediciones como un termómetro para ratificar el sentir de los ciudadanos sobre aspectos que le aquejan, mas no como una herramienta para decisiones electorales. “En cuanto a intención electoral, si tu decisión va marcada en una encuesta quiere decir que no confías en tu trabajo... El político que confía en sí mismo, muy poco le importan las encuestas”.

Desde el punto de vista de las encuestadoras, Paulina Recalde, directora de Perfiles de Opinión, ve que esta herramienta es casi un argumento citado por actores y organizaciones políticas como suficiente para cubrir cualquier decisión, pero no es el único. Hay otros elementos como las operaciones internas, el análisis de los pesos y contrapesos, la experiencia de la dirigencia y la estrategia... en definitiva, el quehacer político que también juega un papel importante. “Por eso es que a nadie le llama la atención que La Unidad definirá si su candidato presidencial es Carrasco o Viteri a partir de encuestas cuando sabemos que este será un elemento, pero no solamente esto pesa en las organizaciones políticas”, comenta.

Pero, ¿las encuestas pueden llegar a reemplazar la participación de las bases en la elección de los candidatos? No, responde Recalde. No obstante, precisa, “son utilizadas como argumento que llama a cerrar filas”. En otras palabras, son mostradas como soporte para tomar una u otra decisión inhibiendo así cualquier debate, reclamo o demanda de las bases. “Esto no deja de ser una señal más del proceso tan frágil y endeble en términos organizativos y de construcción de sistema de partidos”, expresa Recalde.

La Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas, Código de la Democracia, establece tres caminos internos para que las organizaciones políticas definan quiénes serán sus candidatos: elecciones primarias abiertas, elecciones primarias cerradas, y elecciones representativas. Ninguna está relacionada con las encuestas. Y todas están vinculadas con la participación directa o indirecta de las bases.

La tercera visión viene del lado de la consultoría política. Héctor Céspedes, asesor y consultor político, es más técnico. Para empezar explica los tipos de encuestas que, a su criterio, son tres: las preelectorales (las que se hacen en la precampaña con nombres de candidatos probables), las internas (que contratan los partidos políticos para la selección de sus candidatos) y las formales (con nombres de candidatos inscritos). Las primeras, de acuerdo con la descripción, son las que actualmente publican los medios de comunicación y que Céspedes les da un margen de desconfianza muy alto. ¿Por qué? Por el porcentaje de indecisos. “Otro punto que afecta es el planteamiento a los candidatos. Como no hay planteamientos ni hoja de ruta es imposible que el elector pueda, partiendo de una valoración que se mantenga en el tiempo, decidir por quién votar y por quién no”, precisa.

Pero ¿hay electores que toman su decisión con base en los resultados de las encuestas? Sí, el consultor los califica como el voto de opinión. Fluctúa entre el 10 al 15 % de los votantes que deciden su voto sobre el resultado de las encuestas. Este universo, explica Céspedes, generalmente escoge entre los dos candidatos con mayores opciones y decide con base en los contraste de los discursos. Es por eso, puntualiza, que es importante que los candidatos tengan puntos de contraste muy claros en sus discursos para lograr captar este tipo de voto.