Dos para tango

Hay una frase que dice: se necesitan dos para bailar tango. Esto se refiere al consentimiento que requieren ciertos actos y no solo la voluntad unilateral. Esa frase viene como anillo al dedo cuando se habla de corrupción. A veces se escuchan historias de los saltos económicos extraordinarios que ciertas personas tienen en muy poco tiempo, trabajando para el Estado o haciendo negocios con este. Es absolutamente injusto generalizar, porque sin duda la mayoría en ambos lados cumple la ley, y para muchos es imposible dejar de tener negocios con el Estado en un ambiente copado por el gasto público. Sin embargo, para esos nuevos ricos: ¿cómo se supone que llegaron a tener lo que tienen? Seguro que medió la participación de una persona de fuera del sector público. Sin duda lograr lo que alguna persona pudiera alcanzar por encima de sus ingresos legítimos es consecuencia de un favor, de una coima, de una gestión por debajo de lo normativo, de recibir algo que el sistema legal no le puede proveer. La siguiente pregunta es: ¿recibir de quién? Generalmente las personas en el entorno se enfocan en una de las partes que se beneficia del baile, pero usualmente se olvidan del otro que baila tango, de aquel que proviene del sector privado y a quien con su forma de actuar no le importa la destrucción de un sistema y la competencia. Me pregunto cuántos contrabandistas han sido expulsados de una cámara de la producción o cuántos clubes sociales “prescindieron” de un socio cuando fue legalmente probado que era un pilluelo. Me pregunto cuántos han sobornado a un policía de tránsito y van a misa a que los vean comulgar. En nuestro medio no existe el escarnio popular, el cerrarle las puertas o el no acudir a sus fiestas. Mientras no seamos capaces de afrontar con valentía que los ladrones, no importa de dónde vengan, no se mezclen con la gente de bien, creo que debemos dejarlos que gocen de sus travesuras; total, como decía Juan Pablo II: “las estructuras visibles son la manifestación tangible de las convicciones íntimas”. Si no nos altera lo que vemos, estamos contentos con ello.

Twitter@PaulEPalacios