Dia Mundial contra la Trata de Personas

El 30 de julio marca el Día Internacional contra la Trata de Personas, importante fecha que busca sensibilizar al mundo frente a la esclavitud moderna, y -sobre todo- dar a conocer la situación de sus víctimas. La trata de personas tiene muchas caras: una mujer explotada sexualmente, un hombre secuestrado para extraerle sus órganos, un niño sometido a trabajo forzado, una niña ejerciendo servidumbre doméstica como si fuese una esclava, etc. Las víctimas son en su mayoría mujeres (hasta el 70% a nivel global). Cada vez son más las víctimas menores de 18 años, particularmente niñas (dos de cada tres). Las mujeres y las niñas representan tristemente tres cuartos de la totalidad de las víctimas, en un escenario donde tres cuartos de los traficantes son hombres.

Siempre se ha dicho que la trata de personas es un delito de bajo riesgo y alta rentabilidad; las cifras lo confirman. El negocio genera unos US$ 150.000’000.000 anuales (dos tercios provienen de la explotación sexual) según la OIT, y estamos lejos de ganar la batalla. En 2003, cuando el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres y niños, entró en vigor, menos de la mitad de los países del mundo tenía legislación contra este delito. Hoy, más del 90% lo ha tipificado. No obstante, los traficantes siguen operando con preocupantes niveles de impunidad. El 15 % de los países no tiene una sentencia condenatoria y el 40 % reporta menos de diez sentencias condenatorias al año. La razón, desde el punto de vista netamente jurídico, es que la legislación no siempre capta todas las manifestaciones de la trata y sus víctimas. En efecto, miles de millones de personas carecen de protección legal y permanecen en constante riesgo. En Sudamérica, la gran mayoría de países cuenta con legislación antitrata adecuada, pero solo un país ha demostrado más de 50 sentencias condenatorias por año entre 2010 y 2012, según el último Informe Global de Trata de Personas (2014). Confiamos en que las estadísticas mejoren cuando el próximo informe sea presentado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) a fines de este año. Por eso, más allá de las posibles deficiencias legislativas, del intercambio de información y de la cooperación transfronteriza, toca abordar las raíces del problema: la pobreza, la desigualdad, la falta de educación y de oportunidades, que los traficantes explotan. Igualmente hay que romper los nexos entre la trata y el narcotráfico y la minería ilegal.

La trata es un delito transnacional, pero se comete a nivel local, en nuestros barrios y muchas veces a plena vista: casi todas las víctimas en Sudamérica son ciudadanos del país donde son detectadas o de un país vecino. El 80 % de los traficantes sudamericanos son condenados en sus propios países; el 17 % son ciudadanos de otros países de la región. Por ello, hoy -Día Mundial contra la Trata de Personas-, debemos vernos a los ojos y preguntarnos si podemos hacer más. La respuesta es claramente sí, bajo la filosofía “hacer lo máximo posible y no lo mínimo necesario”, y así poner fin al maltrato, la explotación, la trata, la tortura y todas las formas de violencia contra los niños, como señalan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Objetivo 16, Meta 16.2).

Necesitamos más sensibilización, más información, más articulación, más prevención en comunidades vulnerables, más formación, más herramientas, más cooperación, más asistencia a las víctimas, y -sobre todo- más compromiso individual y colectivo para ver y poner fin a lo que está pasando justo enfrente de nuestros ojos.