Cuidado con resfriarse
El presente cañonazo podría haber sido titulado eureka, en razón de los recientes descubrimientos logrados en algunas reuniones internacionales. ¡Que en Venezuela hay una dictadura! Vaya descubrimiento. Se les abrió el entendimiento a determinados diplomáticos y, de pronto, han logrado hacerse con el hallazgo del siglo: Venezuela, más de cien muertos después y luego de violaciones de todo tipo a los derechos humanos, denunciadas desde hace meses por los medios de comunicación del mundo, es una dictadura.
Por estos lares también tendría otros eurekas que comentar pero, las cosas no están como para jugar con las palabras. Apenas sí me puedo permitir la metáfora que sigue, a propósito de los vientos frescos de estos días.
¡Cuidado con resfriarse!, me parece oportuno aconsejar. No crean que las tensiones de Carondelet son apenas puntos de vista no compartidos entre los que mandan y todo se puede resolver con diálogos, que ahora se reclaman para lo interno cuando antes se negaban para todos los ecuatorianos.
El tema no es una discrepancia pueril. Se trata de corrupción. De una gran corrupción, y una buena conversación no la resuelve, no puede resolverla. Requiere sanciones y clara voluntad de enmienda, de modo que la cirugía mayor no sea un despilfarro verbal sino un hecho necesario, propio de una nación que desea mantenerse digna de su honroso pasado.
No es entonces cuestión de conversar y limar malentendidos. El asalto a la República no deja dudas y no se puede, al menos no se debe, transar con los responsables.
Y tampoco, valga decirlo con todas las letras, se debe dar, ni siquiera la impresión, de que de lo que se trata es de cambiar unos corruptos por otros, dado que el Gobierno no puede quedarse sin respaldo. Con esos amigos, para qué enemigos, se decía antes.
En efecto, deviene en poco creíble el que se desea superar está sucia etapa abriéndole camino limpio a la nación del Primer Grito de Independencia, cuando vemos a determinados sujetos sospechosos de toda suerte de fechorías, cerca.
Conste que me cuido y escribo “sospechosos”. En el actual estado de cosas es imposible afirmar.