
La crisis nos obliga a buscar alternativas
La actividad es incesante en las instalaciones del Grupo Jarnuc, del cual es parte la empresa Ecuapoliuretanos. Álex Pozo, el joven gerente general de este negocio de espumas aislantes, tampoco está fijo en un solo sitio. Sus movimientos por las oficinas y hangares son constantes. “Él ha sido siempre así”, dice su padre Jorge Pozo, un exoficial de la Fuerza Aérea Ecuatoriana que es hoy fabricante de extractores eólicos.
Los títulos académicos que ostenta Pozo hijo también dan cuenta de su perenne búsqueda de conocimientos. Ingeniero de sistemas, con un masterado en Administración de Negocios obtenido en Alemania, Álex lleva adelante su empresa en un país donde recubrir ambientes con espumas de alta rigidez todavía no es una práctica tan conocida como él quisiera.
“El uso del poliuretano se está conociendo. Falta mucho todavía, pues aún se sigue utilizando en barcos y transportes refrigerados espumaflón u otro tipo de aislantes que no son tan buenos”, expresa el especialista, quien aprendió este singular oficio de mezclar químicos en Alemania.
Este tipo de recubrimientos que aíslan del frío, calor y ruido y permiten ahorros de energía, también se usa en techos y paredes de viviendas, pero la recesión que vive el sector constructor ecuatoriano preocupa un tanto a Pozo, cuyo producto se aplica precisamente en casas y edificios nuevos, para que las máquinas que inyectan la espuma en estado líquido no ensucien la construcción terminada.
“El bajón en la construcción creo que sí va a afectar porque sí han parado algunas constructoras que antes nos contrataban”, dice este ibarreño que vive en Guayaquil desde que tenía seis meses de edad.
En todo caso, Pozo considera estar preparado frente a los días difíciles que podría vivir su compañía. Él ha comenzado a diversificar su oferta, pues ahora ya no solo aplica los recubrimientos, sino que también vende químicos como el Isocianato y el Poliol, cuya mezcla adecuada permite obtener la espuma del poliuretano. “Antes importábamos para consumo propio, pero al ver que hay mucha gente que requiere de poliuretano comenzamos a importar y se abrió una clientela bien grande el año pasado”, afirma el emprendedor.
Con solo 32 años, este empresario hiperactivo e innovador no conoce límites. En silencio ha trabajado en algunos países y continentes, brindando sus servicios como experto en informática y a la vez aprendiendo cosas nuevas para aplicarlas en nuestro país y mejorar un poco la calidad de vida de los ecuatorianos.