La ciclovia perdida
Medidas. Los ciclistas recomiendan al Municipio poner divisiones más visibles entre la avenida utilizada por los carros y la destinada para bicicletas.
Cuando el último tramo de la avenida Isidro Ayora, ubicada en el norte de Guayaquil, fue inaugurado en julio de 2014, Soledad Jiménez y sus amigos pensaron que los problemas que conlleva circular en bicicleta por las calles habían terminado. Ahora cree que se equivocó.
Ellos son habitantes de la cuarta etapa de la ciudadela Samanes, tramo por donde pasa la ciclovía que se construyó como parte del proyecto de ampliación de la avenida principal.
Al inicio, precisa Jiménez, la ruta tenía señales en la calzada y tachas reflectivas que la dividían de los carriles destinados para la circulación de vehículos y de los espacios de estacionamiento, pero con el paso de los meses el irrespeto a las señales por parte de conductores y la falta de mantenimiento ha provocado la pérdida de la ciclovía.
“Una vez casi me atropellan cuando estaba cruzando la avenida y lo peor es que el conductor estaba seguro de que yo era la que estaba circulando mal. Aunque había ciclovía, el respeto nunca se percibió. Ahora es peor, así que preferimos no usarla”, relata Jiménez.
Inseguridad, peligro y miedo son tres palabras que llegan a la mente de Alby Tello, líder de una comunidad de ciclistas, cada vez que recorre los 1,5 kilómetros que tiene la ruta.
Ella asegura que esta vía, como otras que están dispersas por la ciudad, solo se han puesto para cumplir una ordenanza, más no para incentivar el uso de la bicicleta. “Hay poca motivación por parte del Municipio y hay poca información de dónde están las ciclovías. Nosotros tenemos que circular a la defensiva porque no hay cultura, ni de parte de los peatones, ni de los conductores”, recalca.
Con ella coincide Alberto Hidalgo, del colectivo Libre Actividad. “Falta señalización y control, es necesario que agentes de tránsito estén aquí. Al inicio habrá muchas multas, pero cuando empiecen a comprender que no se pueden parquear, dejarán de hacerlo”.
Hidalgo se refiere a la gran cantidad de vehículos que ellos deben esquivar a lo largo de la avenida. Los carros, carretas y motos se ubican en la ciclovía a pesar de que junto a ella hay espacios vacíos para estacionar.
Otro de los problemas que han identificado es la falta de conexión entre las ciclovías. Esta en específico inicia desde la avenida José Tamayo, en Guayacanes, y termina en la Cruz del Papa, en Samanes 5. La vía de enfrente tiene el mismo trayecto, pero no se unen. Lo mismo sucede si los ciclistas quieren ir hacia el parque Samanes.
“¿Cómo es posible que las ciclovías no estén conectadas? Eso nos obliga a utilizar las veredas y calles para cruzar de un lado a otro. Lo mismo sucede en la vía a la costa”, acota Max Souffriau, de
Lost Bikers.
Andrés Roche, gerente de la Autoridad de Tránsito Municipal, reconoce los errores y promete soluciones. “Quiero traer para el próximo año a un consultor holandés, porque no se trata de hacer ciclovías por hacer, o hacerla mal, como es el caso de vía a la costa, que no benefició. Tiene que ser estudiado e incentivar su uso”.
Los vecinos de la zona esperan que se realice un mantenimiento de la ciclovía, pues consideran que está subutilizada.