Carnaval y cultura urbana
El carnaval es fiesta, evento y ritual de diversas sociedades. Cada país le da su particularidad, por factores socioculturales y tradición. La referencia histórica señala su vínculo a prácticas populares de Oriente y Occidente (fiestas paganas a Baco, Apis en Egipto, y de otros sectores paganos). Es tiempo de licencia, libertad (incluso libertinaje y pecado). En él se da rienda suelta a situaciones emocionales y psicológicas colectivas reprimidas y censuradas.
Aunque la Iglesia no lo admite, sin embargo se da en países católicos, pero también de ortodoxos orientales. El mundo conoce que los carnavales más sonados y prestigiosos son eventos festivos de congregación grupal. El más antiguo es el de Venecia (Italia). El más grande y convocador el de Río de Janeiro (Brasil) y el más largo (41 días), el de Uruguay. Otros famosos son: Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Cádiz y de Águilas (Murcia), Colonia (Alemania), Oruro (Bolivia), de Juliaca (Perú), de Barranquilla y el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto (Colombia), etc.
En Ecuador nació como evento hace dos siglos. Los estudiosos dicen que fue autolicencia social para mojar a los burócratas. Cierto o falso, hay una tradición cultural de agua y polvo que no ha sido suprimida; pese a los esfuerzos de los municipios, persiste en los barrios populares, aunque sin la fuerza y agresividad de antes. Sin embargo, el último día se retorna a esos momentos pasados.
En nuestro país es conocida la Fiesta de las Flores y las Frutas de Ambato y los carnavales de Guaranda. En Guayaquil, desde la Alcaldía se vienen realizando importantes acciones para avanzar en la culturalización del carnaval. Por esta línea se debe seguir. Y si algunos ciudadanos quieren persistir en la tradicional mojada, deben limitarla a rituales familiares y barriales, sin ofender y agredir a los extraños.
Ojalá los esfuerzos por convertirlo en una ritualidad festiva, turística, de baile, coreografías, etc., se vaya imponiendo y la agresiva moja al transeúnte desaparezca. En esta línea deben trabajar municipios, escuelas, maestros, padres de familia, medios de comunicación. No obstante es preciso reconocer que desde ayer hasta hoy el carnaval es un hecho y evento cultural, colectivo, humano y social de diversos pueblos del mundo.