A la par que el gobierno del presidente Daniel Noboa libra una ‘guerra interna’ contra el narcoterrorismo, el período electoral con miras a los comicios de 2025 está por empezar.

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Aunque entre elecciones apenas pasarán 18 meses, según analistas consultados por este Diario, el panorama del país ha cambiado, obligando a que los candidatos que empiecen a surgir se adapten a esa nueva realidad llena de expectativas.

Según encuestas recientes de Perfiles de Opinión y Comunicaliza, la gestión del presidente Noboa supera el 80 % de aprobación, principalmente por las acciones tomadas en contra del crimen organizado.

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Este factor, inexistente en 2023, según la consultora política Tatiana Larrea, es importante: “Evidentemente, no sería una buena estrategia posicionar una candidatura de oposición radical (al gobierno de Noboa)”.

De hecho, según resalta, tanto en la próxima elección como en las siguientes, los candidatos deben considerar que, desde el 2023, “el electorado ha expresado en las urnas que rechaza la confrontación, la bronca y el uso de la justicia (...)”.

Este escenario impone un primer reto para todos los interesados en participar de las elecciones de 2025: intentar emular las características que llevaron a Daniel Noboa a la Presidencia de la República, siendo un candidato visto como diferente.

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Sin que esto implique que no haya candidatos con características propias, Larrea sí señala que se vuelve necesario que quienes se perfilan hagan una lectura adecuada del momento actual y se adelanten a los posibles escenarios que puedan variar en este año.

Escenarios que el propio presidente Daniel Noboa deberá encargarse de configurar para mantener y prolongar las expectativas que generó a partir de la declaratoria del conflicto armado interno contra los grupos narcocriminales, acota el consultor político y exsecretario de Comunicación, Gustavo Isch.

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“Es muy poco tiempo para evaluar el éxito e impacto de la campaña que, a través de decreto 111, el Gobierno nacional planteó”, sigue y enfatiza que la alta aprobación del régimen está en mayor medida condicionada a la vigencia del estado de excepción, que le permite tener la crisis bajo control.

Terminada esa etapa, y según reaccione el Gobierno después, la ciudadanía saldrá de la ‘anestesia’ que significó la intervención de las Fuerzas Armadas en las calles para sumarse al combate a los grupos de delincuencia organizada. “El presidente candidato inicia después del estado de excepción”, dice.

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Hasta entonces, según continúa Isch, los posibles contendores de Noboa, quien ha señalado su intención de reelegirse, deben trabajar en cómo proponer un plan de gobierno sin que hacerlo los ubique en la polarización de “si estás en contra, eres parte del terrorismo”.

Este terreno minado será el principal reto para ambos bandos, el Gobierno y sus contendores. Aunque aún restan meses para que culmine el período del presidente Noboa, Larrea destaca que su perfil novedoso y las acciones emprendidas deben ser tomadas en cuenta con los precandidatos para un diseño estratégico de sus campañas.

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