
El bongo aun sobrevive en zonas de Manabi
Son reliquias que guardan con ellas toda una historia vivida por pescadores artesanales de nuestro perfil costanero.
Son reliquias que guardan con ellas toda una historia vivida por pescadores artesanales de nuestro perfil costanero.
Con cerca de cuatro metros de largo, 70 centímetros de ancho y 50 de profundidad, estas embarcaciones que por las tardes y noches reposan en la arena seca, se observan a lo largo de las costas manabitas. Sin embargo en localidades pesqueras como Jaramijó y la playa de Los Esteros en Manta, se las aprecia con frecuencia; es el denominado bongo y es considerada la primera y ancestral embarcación utilizada por los pescadores de la zona.
La teca y cedro son las maderas recomendadas para su construcción, los compartimientos se refuerzan con la estopa, que es la cáscara seca confeccionada en trenzas del coco y luego es cubierta con una masa de brea caliente; todo esto para evitar que el agua filtre dentro de la embarcación.
Así lo explicó Thomas Anchundia de 76 años, un viejo pescador de Jaramijó, quien heredó de su padre y sus abuelos este bote de trabajo.
“Esta pequeña nave siempre lleva una vela, cuando lo vez de lejos se asemeja a un tiburón y se desliza por el mar con facilidad, aquí existen según el gusto del marinero, larga, chata, corta y pequeña. No usa combustible solo hay que tener ‘ñeque’ para el remo y navegar desde la orilla a 5 millas mar abierto”, indicó Anchundia.
El antropólogo Olaf Holm en uno de sus libros denominado ‘Cultura Manteño- Huancavilca’, indica: “Los indios son habilísimos pescadores, las barcas que emplean para pescar como para navegar son de madera de armadija, se las construye largas o cortas y las denominan bongos, estas llevan de acuerdo a su extensión, un mayor o menor número de velas”, indica la cita de Holm.
Según Carlos Mero, pescador de Jaramijó, recuerda que en la actualidad estas pequeñas naves que aún se ven en buen número en su localidad, son reforzadas con fibra de vidrio y se las utiliza para la pesca de pulpo, camarón, conchas, camotillo y la pesca de piedra. Tienen un costo de aproximadamente mil dólares.
“Cuando el buque madre (barco pesquero), sale a faena, tenemos la necesidad de llevar cinco bonguitos de estos para realizar nuestro trabajo mar adentro, estos son como auxiliares para la actividad pesquera. Solo tiene una capacidad para dos personas y es fácil acoderarlas en la arena, algunos los guardan hasta en las casas”, recordó Mero.
César Delgado, otro de los pescadores artesanales que utiliza el bongo, en su caso para realizar faenas cortas de 5 a 6 horas, indicaba, “me contaba mi abuelo que esta embarcación cruzaba los mares desde acá (Jaramijó) a Esmeraldas o Santa Elena, nosotros salimos cuatro veces por semana a pescar con solo la red pequeña y una tripulación de dos personas.
Aquí en esta caleta de pescadores existen cerca de 50 bongos; en Manta hay como 20 y otras 20 cerca de San Mateo y Machalilla.
Esto es parte de nuestra historia ancestral y no dejaremos que desaparezcan”, indicó Delgado. (F)