Leo Stagg: Un nuevo rumbo legislativo

Cuando no hay coordinación, las reformas se archivan, las soluciones se postergan y los problemas se agravan
Por primera vez en varios años el correísmo no tiene el control de la Asamblea Nacional. Esto marca un punto de inflexión. Se abre una oportunidad histórica para transformar el rol del Legislativo: de trinchera de chantaje y persecución política, a motor de reformas y construcción institucional.
La ciudadanía ha sido testigo durante años de una Asamblea que, en lugar de legislar, bloqueaba. Una Asamblea que saboteaba reformas, que convertía el juicio político en arma de desgaste, y que funcionaba al ritmo de intereses particulares. Por eso, contar hoy con una mayoría oficialista es un avance para la democracia. No significa concentración de poder, sino recuperación de la gobernabilidad.
El movimiento oficialista ADN, con poco tiempo de vida, logró convertirse en la primera fuerza política del país. No por azar, sino por representar una nueva forma de hacer política. Su victoria no solo se expresó en las urnas, sino también en la conformación de la Asamblea: la elección de Niels Olsen como presidente del Legislativo, junto a Mishel Mancheno y Carmen Tiupul como vicepresidentas, muestra capacidad de diálogo y acuerdos amplios.
El control del Consejo de Administración Legislativa (CAL), alcanzado por el oficialismo es clave. Desde ahí se define qué leyes se tramitan, en qué orden y con qué prioridad. Sin esa estructura, ningún proyecto avanza. Hoy, por fin, Ejecutivo y Legislativo pueden caminar en la misma dirección.
Gobernar no puede ser una lucha constante entre funciones del Estado. Cuando no hay coordinación, las reformas se archivan, las soluciones se postergan y los problemas se agravan. El país necesita que sus instituciones dialoguen, cooperen y respondan con eficacia.
Ahora el oficialismo no solo tiene una gran oportunidad. Tiene también una gran responsabilidad. Hacer las cosas bien será el verdadero reto. No se trata de ganar espacios, sino de honrar la confianza ciudadana con resultados concretos.
La Asamblea debe recuperar su sentido. Debe legislar para el ciudadano, no para las mafias. Esta es una nueva oportunidad para hacerlo bien. No la desperdiciemos.