
El ultimo bastion del voto segregado
Electores desconocen que el sufragio separado de hombres y mujeres solo se practica en Ecuador.
Nadie sabe por qué empezó, ni por qué se mantiene. Sin embargo, lo primero que los votantes hacen al ingresar a sus recintos electorales es buscar los muñequitos azules y rosados que definen el puesto; aquí la fila de hombres, aquí la de mujeres.
Lo curioso es que Ecuador, primer país de Sudamérica en aprobar el sufragio femenino, es también el último país del continente en segregar las votaciones por género.
Pero la noticia toma a los electores por sorpresa. Pocos imaginan que la costumbre no es consensuada en América Latina.
EXPRESO consultó ayer a numerosos votantes en cuatro recintos electorales del Puerto Principal. La respuesta fue la misma en el 98 % de los casos: desconocimiento absoluto.
“He pasado por al menos quince elecciones, si no es más, y nunca me lo había preguntado”, señaló Soledad Viteri, de 45 años. “Pensé que era una norma generalizada en todas partes”.
Con ella concordó Nelson Jarrín, abogado de 56 años. “Pensé que se hacía por mantener el orden y agilizar el proceso. Nunca cuestioné el asunto”, comentó.
Cambiar el proceso parecería sencillo, bastaría un pedido de reforma al Código de la Democracia ante la Asamblea Nacional. Pero cambiar un hábito tan arraigado ha provocado polémica.
Así lo indicó en una entrevista Nubia Villacís, presidenta del Consejo Nacional Electoral. “Se intentó cambiar la medida en el proceso anterior, cuando se celebraron dos vueltas electorales; pero cuando se planteó, saltaron las organizaciones de mujeres porque consideraron hasta un logro el hecho de que existan filas divididas”.
Tania Morejón, presidenta de la asociación Mujeres al Derecho, lo afirma, indicando que en un país donde un 60 % de ecuatorianas han sufrido algún tipo de violencia, la segregación es un mecanismo para garantizar la seguridad de las votantes. “Es una costumbre machista que, pese a ello, garantiza a las mujeres que nadie las andará manoseando o acosándolas mientras votan”.
Con pocas propuestas de cambio desde los colectivos femeninos y una prohibición de aprobar reformas hasta un año antes de los comicios, Ecuador se mantendrá como el último bastión del voto dividido. Al menos, hasta después de 2019.