Banana republic

Cuando la cúpula militar se cambia abruptamente, es habitual observar que se incrementan los rumores vinculados con asuntos castrenses, aunque luego nada ocurra.

Lo infrecuente, en cambio, es que se den incidentes como los que el país está comentando, en razón de un presunto sobreprecio en la venta de unos terrenos que el Issfa le hizo al Ministerio del Ambiente -dirigido entonces por una de las actuales vicepresidentas de la Asamblea- motivando que la Procuraduría General del Estado “exija se rectifique el contrato de compra y venta de 66 lotes”, hecho ocurrido el año 2010, en razón de lo cual el Issfa debería devolver 41 millones de dólares.

Lo acontecido revela un desgobierno solo comparable con las épocas de mayor abatimiento nacional.

En efecto, luego de unas escaramuzas verbales orientadas a evidenciar una sentida adhesión al principio de autoridad, incluyendo el recuerdo de la condición de obedientes y no deliberantes, el ministro de Defensa declaró: “ No quiero que devuelvan nada” y califica como chifladuras y disparates lo actuado por los militares en servicio pasivo que acaban de realizar un plantón frente a la sede del ministerio de Defensa, donde también se apostaron seguidores del Gobierno en una maniobra ya característica frente a todo tipo de manifestaciones presuntamente opositoras.

También, como de costumbre, la Policía Nacional cumplió el rol de apaciguamiento de las fuerzas contendientes pero no pudo impedir, obviamente, la sensación de vergüenza que invade el sentimiento de los ecuatorianos, que sienten que la nación se les desmorona frente a sus ojos.

Finalmente, nada menos que el presidente de la República, argumentando que “no discute con subalternos”, ordenó que al Issfa se le descuenten los 41 millones en cuestión y luego, ante un inusitado reclamo de sus integrantes, ha destituido intempestivamente a los miembros del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, generando todo tipo de inquietudes en el ámbito nacional.

Este tipo de comportamientos corresponde a insondables misterios de la sicología política pero, lesiona los más altos intereses de la República y debería de ponérsele coto con suma diligencia, so pena de convertirnos de nuevo en esa “banana republic” presuntamente ya superada.