A lo largo de la historia, la gente ha ayunado por motivos políticos o religiosos, estos últimos a modo de penitencia.

Ayunar para alimentar el espiritu

Ayunar ha sido para la humanidad un arma de protesta e indulgencia. La usan los excluidos para ser atendidos y los religiosos para alcanzar el perdón de Dios.

Ayunar ha sido para la humanidad un arma de protesta e indulgencia. La usan los excluidos para ser atendidos y los religiosos para alcanzar el perdón de Dios.

Mahatma Gandhi ayunaba como método de resistencia pacífica en su lucha política, y dicen las Escrituras que Jesús no comió durante 40 días en el desierto mientras resistía los engaños de Satanás.

A lo largo de la historia, la gente ha ayunado por distintas razones, ya sean políticas o religiosas. Para los cristianos del mundo, la Semana Santa es la temporada que convoca a esta práctica redentora, mientras que los budistas, judíos y musulmanes tienen sus propias fechas en las que se privan del alimento físico para desprenderse de los apetitos terrenales.

Y es que el ayuno ha sido una práctica característica de la humanidad, aun cuando los objetivos, técnicas y simbolismos hayan sido distintos, dice Nathan Digby, PhD en Estudios Religiosos de la Universidad de Emory (EE. UU.) y profesor de Filosofía de la Universidad San Francisco de Quito. En el caso del ayuno con fines espirituales, este se ha mantenido omnipresente, agrega.

Digby explica que los seres humanos siempre han experimentado con la conciencia y reconocido que el ayuno puede tener beneficios espirituales, tales como la meditación, la oración, el yoga, e incluso el uso de ciertas sustancias en ceremonias religiosas. La razón es que la privación de alimento puede ocasionar un cambio en la química cerebral y en la percepción consciente.

Desde el punto de vista fisiológico, la falta de glucosa afecta al cerebro y esto puede llevar a la persona a experimentar desde cansancio hasta alucinaciones, confirma Lorena Goetschel, bioquímica y magíster en Nutrición Humana. No obstante, la experta prefiere observar el ayuno como una manifestación de espiritualidad que hace que quien lo practica sienta realmente que está dando algo por un motivo divino.

Ayuno y reconciliación

Las experiencias místicas o de iluminación son prácticamente el “corazón” de las religiones, afirma Digby. Entonces cabría preguntarse cómo influye no comer en este objetivo. La abstinencia alimenticia por motivos espirituales es descrita por líderes y practicantes religiosos consultados por SEMANA como una oportunidad de acercamiento y reconciliación con el ser supremo.

“El ayuno nos acerca a Dios, pero no lo vemos como un castigo sino como una acción que, de manera simbólica, nos recuerda que por nuestros pecados o mal comportamiento deberíamos sufrir hasta la muerte”, expresa Nir Koren, rabino de la Comunidad Judía del Ecuador.

En el judaísmo esta práctica simboliza ofrendar la propia sangre para expiar los pecados. El momento más importante de ayuno en el año es el Día del Perdón o Yom Kippur (en hebreo), cuando los judíos se abstienen de comer un día completo.

José Francisco Saud, director del Centro Islámico de Guayaquil, recuerda que el profeta Mohamed dijo que a quien ayuna con fe y devoción y de forma completa, “se le perdonan los pecados cometidos durante un año”. Los musulmanes tienen la obligación de no comer cada día, desde el alba hasta la puesta de sol, durante el mes del Ramadán.

Ritual de fe

Entonces, ¿son estos rituales herramientas que sostienen de forma más o menos rigurosa la fe de millones en el mundo? Digby cree que los humanos siempre han necesitado prácticas espirituales para dar sentido a sus vidas.

No es por capricho que, además del ayuno, ceremoniales como los de sacrificio estén presentes en la historia del hombre y las religiones. Claro, hoy ya no existen los sacrificios, comenta el rabino Koren, pero lo que podemos hacer es “dejar un poquito de nosotros para expiar los pecados”.

Iván Minda, obispo auxiliar de Guayaquil, recomienda no observar estas manifestaciones con tinte sobrenatural. El ayuno junto a la limosna y la oración conforman una tríada que acerca al hombre a Dios, pero también al prójimo.

El ayuno, dice, es una de las tres prácticas esenciales de la religión que debe tener como fin superior generar empatía con los desposeídos. Por eso, cuando se ayuna es mandatorio compartir aquel alimento con quien lo necesite.

Es así como en la vida contemporánea el privarse de comer funciona también para alimentar y purificar el alma, escabullirse de la frivolidad, desprenderse de los sentidos del cuerpo y renunciar a los estados mentales de apego y aferramiento.

Judíos: Reflexiones sobre el dolor

Son varios los momentos del año en los que el pueblo judío practica oficialmente el ayuno. La mayoría constituye una forma de rememorar colectivamente sucesos amargos de su historia.

Una de las fechas más importantes recuerda la destrucción del templo de Jerusalén, señala Nir Koren, rabino de la Comunidad Judía del Ecuador. Para esta ocasión se practica un ayuno completo que inicia en la noche y dura 24 horas. ¿La intención? Alcanzar más espiritualidad y “asemejarnos a los ángeles, dejando lo que es terrenal”, dice Koren.

Sin embargo, hay una fecha en particular en la que el ayuno proviene de un precepto divino y no obedece a la memoria judía: se trata del Día del Perdón (Yom Kipur en hebreo), el cual tiene lugar 10 días después del año nuevo en el calendario judío. Fuera de estos ayunos obligatorios, los practicantes tienen libertad de privarse del alimento cuando lo estimen necesario.

En ese caso pueden efectuarse ayunos que inicien en la mañana y concluyan en la noche. Como en la mayoría de religiones, el judaísmo manda a sus fieles a alejarse de los placeres corporales, por lo que se suprimen las relaciones conyugales y tampoco se usan zapatos de cuero. El Yom Kipur tendrá lugar este año desde la tarde del 18 de septiembre a la tarde del 19.

Católicos: El Viernes Santo se come una vez

De acuerdo con el Código de Derecho Canónico, los católicos tienen la obligación de practicar el ayuno y la abstinencia en el tiempo de Cuaresma y Semana Santa. Así lo recuerda monseñor Iván Minda, obispo auxiliar de Guayaquil.

Los días Miércoles de Ceniza y Viernes Santo se deberá comer una vez al día y acompañar la práctica con oración y obras de misericordia. El religioso recalca que el ayuno y la abstinencia son un signo de desprendimiento de las cosas materiales, y también implica un “arrepentimiento por haber ofendido al Señor”.

“Durante esta época debemos tomar en cuenta aquella afirmación que dice que no solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces, el ayuno nos pone en mejor disposición para recibir su gracia”, expresa.

Según el dogma católico, esta práctica constituye una oportunidad para moderar los deseos del cuerpo, pero también para compartir, porque de lo contrario su significado estaría incompleto.

“Cuando uno ayuna, lo que deja de comer debe compartirlo, ya que obligatoriamente las prácticas de la religión deben unirnos tanto a Dios como a los hombres”, señala el obispo, para quien no se trata de “ayunar por ayunar” sino de convertir la práctica en una ofrenda y un sacrificio espiritual.

Musulmanes: Ayunar con la boca, ojos y oídos.

El ayuno es uno de los cinco pilares del islam y debe ser practicado obligatoriamente durante un mes por todo musulmán que haya llegado a la pubertad, que esté sano y en uso de razón.

La privación de comida se cumple diariamente desde el alba hasta la puesta de sol en lo que se conoce como el Ramadán. Juan Francisco Saud, director del Centro Islámico de Guayaquil, explica que este es el acto de adoración más apreciado por Dios y que no se lo considera una penitencia.

La idea de ayunar es dedicar el día a la purificación y a obtener una remisión por cualquier falta cometida en el año. Los horarios del ayuno dependen de cada país, debido a la variación en la hora de la salida y la puesta de sol.

Sin embargo, antes de ello y después los musulmanes comparten una comida moderada entre familiares, acompañada de oración y reflexión. Saud recuerda que durante este tiempo se ayuna no solo de comida sino también de placeres carnales, por lo que una de las máximas del islam es ayunar con los ojos, la boca y los oídos.

“No debemos escuchar o decir banalidades”. En cuanto a los efectos espirituales, el practicante asegura que el ayuno le permite moderar su temperamento y sentirse menos acelerado por el día a día. El Ramadán tendrá lugar este año del 15 de mayo al 14 de junio.