Arte. William García quema la madera formando frases solicitadas por el cliente convirtiéndolas en recuerdos.

El arte de escribir con fuego en madera

La creatividad de este artesano se desarrolla desde un pequeño rincón de la casa donde habita. Allí ubica su taller William García Álava, quien llegó desde Calceta, Manabí, hace 45 años. Califica a esta etapa como lo mejor de su vida.

La creatividad de este artesano se desarrolla desde un pequeño rincón de la casa donde habita. Allí ubica su taller William García Álava, quien llegó desde Calceta, Manabí, hace 45 años. Califica a esta etapa como lo mejor de su vida.

Cursó el colegio en Portoviejo, pero su gran ilusión era proseguir sus estudios en la Universidad de Guayaquil. Su anhelo se hizo realidad, sin embargo se truncó en poco tiempo. Únicamente pudo asistir 6 meses a clases, pues al no tener familiares en la urbe que lo acogieran estaba obligado a trabajar para mantenerse. Así se le imposibilitaba cumplir su sueño inicial, pero encontraría al final lo que sería su futuro oficio para el resto de su vida.

Se dedicó entonces a realizar trabajos gracias a su innata habilidad para las manualidades. Comenzó haciendo dibujos y diseñando artesanías, hasta que un amigo le regaló su primer pirograbador (grabador con punta de fuego). Aprendió su manejo, dedicándose desde entonces con mucha pasión a esta técnica de trabajo sobre madera, creando e ideando diseños inéditos y novedosos que plasmaba sobre el noble material.

García, quien se autocalifica como un montuvio guerrero, proviene de una familia de 15 hermanos, de los cuales solo uno, Luis, lo acompaña realizando esta actividad. Mientras William graba las letras, Luis las decora con cabos, ganchos, etc.

En su taller, la cotidianidad para estos hermanos se presenta lijando la madera, diseñando nuevas ideas y grabando sus trabajos.

Es uno de los pioneros en el Mercado Artesanal Guayaquil, donde tiene su local, atendido por su esposa o su hermano Luis, quienes además de recibir a los clientes han aprendido a manejar el pirograbador y a diseñar lo que les pide el visitante.

García es visitado por vendedores que le proveen de retazos cortados de guayacán, roble, Fernán Sánchez, balsa y caña guadúa, entre otras maderas autóctonas ecuatorianas. Cuando viaja a su natal Calceta, no pierde la oportunidad de recopilar semillas y ramas que transforma en adornos novedosos.

Su arte además de ser reconocido en el Ecuador, es valorado en Europa y Estados Unidos, desde donde recibe ocasionalmente pedidos de turistas que alguna vez pasaron por su local del mercado artesanal.

En su arte expresa el amor por sus raíces, por su provincia. Muchas veces mientras trabaja le vienen recuerdos de su niñez, cuando su padre trabajaba con madera. “En ella detallo cada cosa, cada idea que se me presente”, expone García.

Entre los trabajos más sencillos tiene llaveros, colgador de llaves, apliques, pisapapeles y tarjeteros que vende en alrededor de 10 dólares, mientras que los letreros para bares o casas de campo, que son de mayores dimensiones, los cotiza desde $ 100 en adelante.

Es conocido en la ciudad como ‘el rey del pirograbado’, apelativo puesto por el fallecido radiodifusor Carlos Armando Romero Rodas, pues comentaba que lo encontraba en todas las ferias nacionales e internacionales. (F)