Una persona disfrazada de cucurucho, símbolo de la Semana Santa, da la bienvenida a un lugar lleno de sabores exóticos. Se trata de la heladería Kukurucho, cuya frase insignia es ‘Placer sin culpa’.

Este espacio está ubicado en la apacible parroquia Lloa, a solo 20 minutos del suroccidente de la capital, en las faldas del volcán Guagua Pichincha.

Marcelo Calle, propietario de la heladería, es el artífice de una explosión de sabores que han revolucionado Lloa. Con siete años de experiencia, el emprendedor ha convertido su pasión por la cocina creativa en una aventura culinaria sin precedentes. Sus helados, que nacieron a partir de una actividad de coctelería, se convirtieron en una referencia de la innovación gastronómica en la localidad.

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El estilo de Kukurucho es natural, sencillo, pero a la vez vistoso. Sus helados, expuestos con gracia, invitan a la curiosidad y al deleite. La experiencia no solo se limita al paladar, sino que se convierte en un viaje sensorial completo. Ha creado junto a su esposa Patricia Anangonó más de cien sabores que conforman la carta del local. Desde clásicos reinventados hasta combinaciones insospechadas.

Este lugar es una heladería artesanal de autor. Su nombre es el resultado de la búsqueda de la identidad como establecimiento. El significado tiene mucho que ver con el tipo de helados que preparan. Calle menciona que fusionan lo ancestral con lo tradicional, lo gourmet con los licores, la cocina creativa y las ideas propias de una familia que siempre está a la vanguardia para diversificar la oferta.

Dentro de los sabores que ha experimentado Calle se encuentra el helado hecho con pájaro azul, una bebida tradicional ecuatoriana que se transforma en una experiencia cremosa y refrescante. Para los más atrevidos está la mamadita, que solo pronunciarlo causa risas y es un coctel preparado con whisky, amareto y crema de café, que se convierte en un helado irresistible.

Los amantes del chocolate no se quedan atrás. El helado de brownie es una delicia que combina la textura cremosa del helado con el sabor intenso de este bizcocho.

¿Pero cómo surgieron estos sabores? Calle cuenta que los clientes siempre le ponen el reto de elaborar helados novedosos. Sabores que probaron en otros lugares y que les gustaría sentir en helados. Así se creó el helado de cuy. Para hacerlo hicieron varias preparaciones y pruebas hasta dar con los sabores y el punto perfecto.

Este manjar andino se elabora solo por temporada, por ejemplo para el feriado de Semana Santa. La preparación puede tardar varias horas, desde mechar la carne de cuy hasta dejarla macerar con clavo de olor, canela, anís estrellado, jengibre. Posteriormente se carameliza en el horno. El helado está hecho con base de maní y se lo acompaña con chispas de chocolate. “Un sabor que desafía las expectativas”.

Entre otros helados novedosos de este local, destaca uno que sin duda le sorprenderá: el helado con grillos, que combina la frescura del helado de tequila, margarita y chamoy con la textura crujiente de los grillos deshidratados, que se venden como snack. “Sentirlo en la boca es una explosión de sabores y texturas”, comenta Kathy Vargas, cliente frecuente.

Si le gustan las micheladas, le encantará el helado de camarón. Este sabor combina la acidez del tomate riñón con el toque picante del limón y la sal, creando una experiencia similar a la de una michelada en helado.

En lugar de apio, se corona con un camarón bañado en salsa de chamoy, para un final aún más delicioso.

La producción de helados se inicia los domingos por la noche, con un reporte de los sabores que se han terminado. De acuerdo con la temporada se efectúa la provisión de frutas e ingredientes.

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La fama de estos helados ha crecido a tal punto que familias como la de Napoleón Nazate no dudan en acudir desde el sector de Quitumbe, sur de la ciudad, cada fin de semana para disfrutar de sus creaciones. El cliente resalta que los precios son asequibles para todos los bolsillos: desde 1 hasta 3,50 dólares.

Otros manjares que se preparan en la comunidad

Lloa, parroquia rural, guarda entre sus tesoros a Mercedes Vega, una mujer que custodia la tradición del champú. Esta bebida ancestral es elaborada con sabiduría y cariño. Su preparación es un viaje a las raíces de la cultura ecuatoriana.

Vega aprendió el arte de elaborar el champú de su abuela y su madre. Ellas le transmitieron la receta secreta. Con sus manos selecciona los ingredientes frescos y naturales: harina de maíz, mote, panela, hierbas de dulce y mashua. Esta última es un ingrediente especial que aporta propiedades medicinales y un sabor único.

La elaboración de esta bebida es un proceso que toma dos días. Se cocina a fuego lento la mezcla de harina de maíz, mote y panela, creando una colada espesa y aromática. Luego, se añaden las hierbas de dulce y la mashua, dándole el toque final a esta receta ancestral.

Los turistas que visitan Lloa ya conocen la sazón de Vega y acuden cada fin de semana a su puesto, ubicado en el ingreso de la parroquia.

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