Servidores de sí mismos

Nada bueno puede salir de unas urnas que siguen admitiendo en sus papeletas a figuras solo preocupadas por llegar a la campaña y al mando. Los discursos vacíos y hasta denigrantes solo muestran la escasa talla de la política

Denigra, pide disculpas. Aparece otro comentario del mismo tono e índole que el primero. Ya no pide disculpas pero es apartado por sus auspiciantes políticos. Se busca otros. Aquí lo importante no es ni la madera de la que está hecho el candidato, sus forma de vivir y pensar respecto a las mujeres ni mucho menos las propuestas que pueda llevar para resolver los problemas de la provincia a la que aspira gobernar. No. Lo que le importa a él y lo que permite este sistema electoral es que los aspirantes antepongan sus intereses particulares a todo lo demás.

Si es apto como si no lo es. Si lo que propone es realizable o no lo es. Nada importa eso en el inexistente filtro de la convocatoria electoral. No hace falta ni guardar las formas. Hay candidaturas tan burdas como esas que cambian en el último momento de tienda política o de representante. Porque lo importante no es tener una propuesta que solucione y dignifique la vida de los votantes y pagadores de impuestos, sino el provecho que pueda sacar una persona para sí misma de la generosa campaña electoral.

Con estas prioridades, poco se podrá esperar otra vez de las urnas. Se renovarán los nombres, pero también los silencios cómplices ante los atropellos de las autoridades elegidas. Salvo que el voto sea el castigo.