Rendir cuentas y planificar

Solo cuando cada ecuatoriano entienda que el dinero robado salió de su bolsillo, exigirá reparación...’.

No es una opción para los funcionarios públicos y autoridades que manejan fondos de los contribuyentes el rendir cuentas sobre el uso eficiente y adecuado de dichos recursos, es una obligación. Más todavía cuando una sospecha se levanta sobre su gestión. Guardar silencio solo incrementa la duda, por aquello de que el que calla otorga… Pero en nuestro país son numerosos los escándalos, pocas las explicaciones sobre irregularidades y casi inexistentes las sanciones por delitos. Nos hemos acostumbrado a que desaparezcan sumas millonarias, y más grave aún, a que los magos que lo hicieron se postulen para nuevos periodos o cargos y ganen las elecciones, pues tienen garantizada la impunidad. Asimismo, no nos mueve que las obras en ciudades y en la ruralidad se hagan antojadizamente, en función de conveniencias electorales y no a partir de las necesidades más apremiantes o de lo que exige un desarrollo ordenado, sostenible y con un fin determinado. La planificación no existe. Nuestras autoridades parchan e improvisan.

Sin reacción ciudadana no habrá cambios. Solo cuando cada ecuatoriano entienda que el dinero robado salió de su bolsillo, exigirá reparación, autoridades justas, honestas e imparciales y un plan que permita vislumbrar un futuro prometedor.