Editoriales

Obligación de todos

El paro indígena terminó pero no el irreparable daño infringido al país’.

El paro indígena terminó pero no el irreparable daño infringido al país, a las miles de personas que por no sumarse a la protesta vandálica o no considerar que ese era el camino para exigir atención gubernamental, sufrieron la destrucción de su única herramienta de trabajo o de la propiedad que con esfuerzo consiguieron. La pérdida de vidas humanas por la conmoción social no tiene reparación y deja una honda marca.

Los pequeños comerciantes y los propietarios de camiones, de fincas, de tiendas, no eran responsables de que el Gobierno nacional no aceptara las demandas de los indígenas. La voluntad popular no puede doblegarse por un grupo poblacional minoritario que hace de la violencia y la destrucción la vía para conseguir sus objetivos. Los ecuatorianos no pueden quedarse con los brazos cruzados ante la gravísima afectación causada por la protesta social criminal, aprovechada por oscuros intereses para desestabilizar al país y al Gobierno. Los grupos de derechos humanos no han defendido a las víctimas del vandalismo, se han centrado solo en los manifestantes. Tampoco la Defensoría del Pueblo ha cumplido con su deber de proteger a los ciudadanos.No solo quienes detentan el poder tienen que respetar los principios fundamentales, es obligación de todos.