Editorial: No más improvisación

La congestión creciente expone la ausencia de infraestructura para sostener nuevas urbanizaciones

La vía a la Costa es hoy la prueba más evidente de la falta de planificación del Municipio de Guayaquil. No se trata solo del crecimiento acelerado, sino de la incapacidad de anticipar sus efectos. Se permiten nuevas urbanizaciones sin asegurar la infraestructura vial necesaria, como si la carretera pudiera estirarse indefinidamente. Y, mientras tanto, la ausencia de una vía directa al puerto de Posorja obliga a que interminables filas de tráileres utilicen la misma ruta que miles de residentes, generando una congestión ya insostenible.

A esto se suma un control de tránsito débil, con radares que brillan por su ausencia o cuya calibración sigue siendo una promesa incumplida. Los cuellos de botella se conocen desde hace años, pero nadie los desbloquea. Una tubería rota o un tráiler volcado basta para paralizar toda la vía, evidenciando lo frágil que es el sistema vial en este sector y otros de una ciudad que sigue creciendo bajo el desorden impuesto por sus autoridades.

Si hoy transitar es una tortura para quienes viven y trabajan en la zona, ¿qué ocurrirá cuando miles de nuevos habitantes se instalen en las urbanizaciones en construcción? La vía a la Costa no necesita diagnósticos adicionales: necesita decisiones, inversión y autoridad. Y las necesita ya.