Editorial | Los cínicos de Puebla
La actuación del presidente colombiano en la sesión de investidura fue improcedente...
Ecuador no puede permitir que la actuación del presidente colombiano en la sesión de investidura de nuestro primer mandatario pase inadvertida, pues constituyó una falta de respeto a toda la nación. Es, además de una conducta improcedente de parte del gobernante de un país vecino en un acto donde deben primar el protocolo y la diplomacia, clara evidencia de que su visita encerraba una motivación oculta, o bien fue una estrategia para salvar su reputación ante sus pares ideológicos de la región.
En el primer caso implicaría la intención de proclamar posturas contrarias al gobierno recién posesionado, un proceder inadecuado e inoportuno. En el segundo caso sería una forma de tratar de justificar su presencia en la toma de posesión de un presidente cuya elección calificó de fraudulenta, respaldando lo expresado por sus coidearios del Grupo de Puebla. Así, sus tuits podrían considerarse un intento fallido de ser coherente con sus posturas previas, una mala movida para tratar de congraciarse con el socialismo del siglo XXI, integrado por regímenes dictatoriales como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde sí hay presos políticos y elecciones fraudulentas y sobre los cuales guarda un silencio cómplice, al igual que su homóloga mexicana, que incluso acoge a prófugos de la justicia. Una muestra más de un club donde el cinismo parece ser la única ideología compartida.