Navidades diversas y Guayaquil histórico

Pero el mensaje del Mesías devino en legado positivo para todos: amaos los unos a los otros y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
La historia, producto discursivo, filosófico y social, explica los procesos sociales. Señala y caracteriza los tiempos diferentes. Crea relatos de hechos sociales múltiples. La ciudad-puerto, sus habitantes: los guayacos de aquí y los que se quedaron, reconocen los procesos diversos. Las crónicas reproducen las creencias. Lo sucedido el día a día lo reseñan los periódicos, que no solo son la memoria inmediata de los hechos y procesos sociales, sino también testigos de los eventos. En sus páginas, como decía Hegel, está la historia viva y cálida de las colectividades. Gutenberg nunca imaginó cuánto y cómo la grafía ayudó a sus relatos. Incluso registran y transmiten la memoria social colectiva inmediata. Por eso en sus páginas encontramos y podemos saber que a mediados del siglo XX las Navidades guayaquileñas eran más naturales, espontáneas, más humanas y llenas de constante afectividad. Tenían gran riqueza espiritual que nos enriquecían y se valoraban más que las luminosas, plastificadas y mercantilizadas de hoy. Los árboles de Navidad se los hacía en los hogares, la vecindad y los barrios. Su festividad congregaba la colectividad barrial. No se comía mucho ni se rendía tanto culto a Baco. Bastaba con poca comida: aguado, pollo y lo común: chocolate y pan con la familia barrial.
El viejo y generoso Noel nació en Turquía (siglo III). Occidente lo metamorfoseó por Santa Claus (siglo XVII). Occidentalizado, llegó a Guayaquil a partir de 1950, trayendo el intercambio de regalos y no la generosa entrega de juguetes a niños, especialmente pobres. Los barrios hacían colectas para atender las necesidades y demandas de los niños y familias pobres. Hoy es el intercambio de regalos de los adultos sin la atención a los niños pobres.
El siglo XXI es intenso y mercantil. Ayer, las cartas de niños eran al niño Dios. Las tarjetas de cartulina y mano propia. No habían las plásticas de hoy. Ya no están las cartas de ayer. El viejo Noel en su trineo trae todo. Los niños piden juguetes electrónicos que los hacen asociales y ajenos a la vida, decires y sentires del barrio y la sociedad. Pero el mensaje del Mesías devino en legado positivo para todos: amaos los unos a los otros y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.