El lado oculto de la crisis

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'La vida aprisa que actualmente tenemos nos ha hecho olvidar eso que se llama la necesidad del afecto de los mayores'.

Desde que las sociedades existen hay la necesidad de tener explicaciones y autoconciencia de esos diversos fenómenos, procesos y eventos que el lenguaje científico y coloquial designa como crisis. Estas son de diversas formas: económicas, ecológicas, ambientales, sociopolíticas, étnicas, culturales, educativas, éticas, etc. Y cada momento que ellas se dan se constituyen en verdaderos desafíos para quienes tienen que enfrentarlos y “resolverlos”.

Siempre dejan efectos que muestran su paso. En estos “momentos críticos” siempre hay un aprendizaje que debemos hacer. Hay otros tipos de crisis que se ha constituido en desastres como son las naturales: terremotos, tsunamis, inundaciones, climáticas, etc. Cada una ha dejado resultados catastróficos.

Otras, como las biológicas, bacteriológicas, virales, etc., muchas veces han diseminado las sociedades y pueblos enteros, como lo fueron la peste negra, la fiebre amarilla, la gripe española, el ébola, el sida, etc. Hoy lo es el coronavirus. Pero más allá de lo que cada una de ellas deje como efecto, hay la necesidad de pensar el “lado oculto”. Y esto no es otra cosa que el drama humano, familiar emocional, etc. Es que cada vez que se presentan nos remiten a la necesidad de la unidad: social, familiar y humana.

La vida aprisa que actualmente tenemos nos ha hecho olvidar eso que se llama la necesidad del afecto de los mayores. Hoy ellos son los más afectados. Pero también los más excluidos por todos. En esa soledad que es la vejez, muchos lo experimentan como abandono. Generalmente, también humano, familiar, etc. Por eso es necesario que recordemos lo que García Márquez escribió. El escritor colombiano metafóricamente expresó el título de su obra El coronel no tiene quien le escriba, que traducida significa que ellos sufren de abandono y olvido. Por eso la sociedad, sus familiares, deben remitirse al alfabeto que ellos crearon en su vida. Esto no es otra cosa que lo que han producido por todos.

Precisamente por esto, y por todo lo que está sucediendo al interior de hogares y viviendas es válido y de gran importancia darle el valor y reconocimiento a los viejos como portadores de experiencia, sabiduría y conocimiento que no se puede perder.