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El gran desacuerdo nacional

Avatar del Rubén Montoya

Lo que seguimos adobando es un gran desacuerdo con quienes saben que pueden poner a un país de rodillas cuando las condiciones estén dadas’.

Como ha sucedido a lo largo de su período, el Gobierno Nacional es poco efectivo para comunicarle al país sus líneas de acción y logros. Los presuntos y los reales. Esta vez pasa con los resultados de las Mesas de Diálogo en las que se ha buscado zanjar el hoyo que separa los intereses de las partes: por un lado el régimen -que suponemos representa a la sociedad en su conjunto- y por otro, el sector indígena.

La ausencia de una política comunicacional que se inscriba en finalidades estratégicas puede jugar de nuevo en contra porque en vez de analizar y medir los resultados, más bien los avances, se pierden en las cortinas de humos en las que todos, incluidos los que formamos parte de los medios de comunicación, nos perdemos.

Los estallidos sociales suelen enraizarse no solo en las inequidades del sistema, sino en la falta de transparencia sobre la letra chica, la que casi nadie quiere leer. El Gobierno, principal garante de contarnos en detalle lo acordado, lo ha reducido -al menos hasta ahora- a un ejercicio de relaciones públicas. De paso, ineficiente. El ministro responsable muestra una cara de felicidad que contrasta con el reverso que le devuelven los líderes que tienen el mango de la sartén en que se cocina una nueva revuelta.

Si Francisco Jiménez habla de éxito, los jerarcas de la Conaie le recuerdan lo contrario. Simpatizantes indígenas le gritaron “mentiroso” en plena ceremonia. Y varios dirigentes de la Feine y la Fenocin (Gary Espinoza, Édgar Sáenz, Luis Mullo) a la par que no descartaron futuras movilizaciones porque, en buen romance, “no les queda otra”, dijeron que en “cuestiones profundas” como la focalización, no se ha llegado a absolutamente nada. Tampoco en minería, en subsidios, en control de precios… Nada. Olvidaron decir que tampoco han avanzado en la impunidad que persiguen para los que destrozan bienes públicos.

No parecen las bases de un acuerdo nacional. Por ahora, lo que seguimos adobando es un gran desacuerdo con quienes ya saben que pueden poner a un país de rodillas cuando las condiciones estén dadas. Quizás, y por ejemplo, cuando pasen las elecciones seccionales.