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Es súper cara, pero ¿es súper?

Puede que sea súper cara, pero que al menos sea súper

Ocurre en muchos lugares de nuestra América, y es uno de los males que nos aquejan en la región. Buena parte de la población, muchas veces empujada por políticos, está siempre en la búsqueda de recibir lo que más pueda de forma gratuita. Si hay mejoras en una carretera y hay peaje, entonces a tumbar la caseta para evitar que se cobre el valor correspondiente, o si tenemos más suerte, el alcalde hace un ‘bypass’ a la obra de la Prefectura o Gobierno para salvarnos de pagar el respectivo dólar para atender el mantenimiento y ni pensar en cubrir el costo de construir una nueva. La obligación del gobierno a cambio de los impuestos que recauda no puede ir más allá de brindar seguridad, educación y salud. Con lo que tiene no le alcanza y menos si no refuerza controles para combatir la corrupción que usualmente acompaña la obra pública.

En el tema de combustibles no hay mucha diferencia. Nos hemos acostumbrado a comprarlos con un importante subsidio y los políticos saben cuál no soporta que pueda incrementar su precio, incluso el FMI lo tiene claro: cuando recomienda eliminar los subsidios es muy claro en señalar que solamente se toque al diésel y gasolinas, dejando siempre por fuera al gas de uso doméstico.

La última información disponible de consumo de combustibles está al mes de febrero de 2022. En los últimos 12 meses el país ha consumido, en galones, 101 millones de súper, 1.410 millones de diésel y 1.095 millones de extra y eco. Tres años atrás el consumo de extra y eco, así como de diésel eran básicamente lo mismo, mientras que de la súper se consumían 166 millones de galones. Esos 65 millones de galones que dejaron de consumirse no migraron a la extra o eco. Una hipótesis podría ser que el incremento del precio de la gasolina súper ha logrado disminuir su fuga por frontera. El precio del diésel ha subido casi al doble desde hace varios años atrás, pero su consumo no ha caído, y podría también señalarse como causa probable que su contrabando continúe inalterado.

La revisión de los precios ha permitido ahorrar por lo menos USD 2.000 millones cada año, pero a los precios actuales aun el subsidio podría seguir costando arriba de USD 2.500 millones al año, sin considerar otros USD 800 millones en gas de uso doméstico.

El precio de la súper volvió a subir esta semana, se acerca a 5 dólares mientras el diésel y extra se mantienen en su mismo precio por más de un semestre. En las estaciones de servicio se vende apenas un galón de súper por cada 25 de otros combustibles y el consumo en su mayoría se dirige a vehículos de alta gama. El escenario para el precio del crudo sigue siendo incierto como para establecer una fecha en la que pueda bajar de los 100 dólares alcanzados a inicio de marzo y que se detengan los incrementos en precio de la gasolina.

Es inimaginable pensar que el consumidor de la súper va a salir a reclamar por el aumento brusco de su precio, entre otras razones porque es claro que se debe a la coyuntura del precio actual del crudo y porque de alguna forma escogió comprar un vehículo con un requerimiento de mayor octanaje, y es ahí donde se puede esperar una petición razonada, que si se comercializa un combustible sin subsidio, que sea al menos de la calidad que su precio exige. Puede que sea súper cara, pero que al menos sea súper.