Columnas

Me dueles Perú (III parte)

El pueblo olvidó y los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetirla

Jamás sería olvidado por quienes lo vivieron, mas la historia fue olvidada y el recuerdo se fue deformando en quienes vinieron luego, quienes llegaron a la cosecha de todos los esfuerzos que realizó un país entero para cambiar su rumbo. Fujimori unió al país en torno a la lucha contra el terrorismo, contra la corrupción, saneó la economía, logró institucionalizar el país y enrumbarlo hasta llegar a ser el segundo con mayor crecimiento económico en Latinoamérica hacia finales de los años 90´s. Si bien el gobierno de Fujimori cambió el país, es innegable que se cometieron errores y excesos; el ajuste económico cobró un alto costo social en sus inicios, la lucha contra el terrorismo dejó daños colaterales y la muerte de civiles inocentes, la lucha contra la corrupción no estuvo exenta de corrupción, el mismo gobierno no logró escapar de esta, llegando a las más altas esferas, hasta el propio Fujimori, quien pretendió perpetuarse en el poder al participar y ganar en una tercera reelección, torciendo las reglas constitucionales y desconociendo al mismo Tribunal Constitucional.

A finales del año 2000, habiendo ganado las elecciones para un tercer mandato, se destapó en el país una serie de escándalos de corrupción, los (in) famosos Vladivideos (del mismo calibre que los Pativideos locales), lo que obligó a Fujimori a refugiarse en Japón, renunciar a la presidencia “vía fax” y reclamar su nacionalidad japonesa para evitar la extradición.

Sí, se cometieron errores, pero el balance terminó siendo positivo. Fujimori deja el país en medio de escándalos, pero deja un país enrumbado, institucionalizado y con una economía sólida. Los gobiernos que lo sucedieron no lograron apartar al país del rumbo trazado, los peruanos que aun recordaban la pesadilla de los 80’s no lo permitirían. Pero el pueblo iba olvidando, las nuevas generaciones aprendieron más de los excesos de Fujimori y no de la debacle vivida previamente, vivieron la bonanza de tener una economía sólida, un país seguro, pensaban que las historias de los 80’s eran solo eso, historias. Así, ya para el 2006 se elige como presidente al mismísimo innombrable, quien en este segundo mandato procuró lavar su imagen evitando los errores de su primer gobierno, llevando un gobierno austero y una economía sana; pero terminó siendo igual de corrupto que en su primer mandato.

La memoria del electorado seguía desvaneciéndose, deformándose; el antifujimorismo empezaba a asumir un rol preponderante en las elecciones del país. Para las elecciones de 2011 y 2016 el antifujimorismo lleva a la presidencia a dos candidatos de ideas diametralmente opuestas, Ollanta Humala, con un discurso socialista, y PPK, de tendencia neoliberal, respectivamente. Finalmente y luego de casi un lustro de inestabilidad política con una sucesión interminable de presidentes salpicados por la corrupción, en 2021 el antifujimorismo vuelve a colocar al presidente, en esta ocasión a un rondero y sindicalista, profesor de escuela primaria, patrocinado por un partido marxista-leninista-mariateguista, cuyos líderes son abiertamente simpatizantes del grupo terrorista Sendero Luminoso y del mismo Abimael Guzmán, lo que marcaría un retorno a los 80’s. El pueblo olvidó y los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetirla.